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Arata Isozaki (1931-2022)

Aunque (casi) siempre me han espantado sus proyectos cuando me he tropezado con ellos en alguna publicación, porque ejemplifican muchos de los peores excesos de la posmodernidad (chistes, caprichos, insuficientes juegos de escala, colorines), debo reconocer que las tres obras de Isozaki que he conocido en persona me parecen sorprendentemente comedidas y atemporales.

En el Caixa Forum de Barcelona supo respetar la hermosa fábrica modernista Casaramona y convertirla en un estupendo centro cultural en el que hemos disfrutado de conferencias y exposiciones memorables. El homenaje al pabellón Mies del patio enterrado de acceso y la escultura arbórea que señala la entrada podrían verse como un guiño facilón o un pastiche de elementos dispares, pero -contra todo pronóstico- funciona en su objetivo de otorgar el protagonismo al edificio original sin renunciar a comunicar su nuevo uso y carácter urbano.  

En el Palau Sant Jordi empezó la casa construyendo el tejado sobre el suelo, lo elevó y dio  a la ciudad un excelente polideportivo de usos múltiples que ha envejecido sorprendentemente bien y continua acogiendo muchos de los principales conciertos y eventos de la ciudad.

Y, por último, el Domus coruñés logró embellecer una fachada urbana desdichada, que nunca estuvo a la altura del maravilloso espectáculo de Riazor y el Orzán, construyendo sobre un escarpado desnivel un edificio que por detrás es un biombo de granito y por delante una vela de pizarra.

¿Es posible que si conociese en persona algunos de sus adefesios posmodernos -o el espeluznante centro de convenciones de Qatar- les encontrase también valores urbanos y arquitectónicos? ¿Quién sabe? En cualquier caso, mis respetos para estos tres edificios y su autor. Descanse en paz.

Árboles artificiales

Isozaki_acceso Caixa Forum

Arata Isozaki parió una  singular estructura arbórea para marcar el escondido acceso al complejo Caixa-Fórum de Barcelona y proteger de la lluvia las escaleras mecánicas que llevan a él.

Sin relación formal alguna ni con la modernista fábrica Casarramona que acoge el complejo ni con el más que discutible guiño al pabellón de Mies en forma de patio deprimido que le plantificó delante a modo de atrio, estos árboles artificiales me parecían una feliz síntesis de escultura, naturaleza y mobiliario urbano. Su frescura me acercaba a un arquitecto por cuya obra nunca había sentido especial admiración.

De ahí mi decepción al encontrar en la siguiente imagen -del apartado relativo a “Estudios Experimentales” en el catálogo de la exposición que el MOMA dedicó en 1972 al genial Frei Otto- la prueba de que esa estructura, además de un padre, tenía un abuelo.

frei otto_Tree Structures 1960