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«The Nature of Order». Una reseña provisional

The nature of order

Del monumental “The Nature of Order” de Christopher Alexander me atrae su valentía al desafiar el consenso sobre que ya no es realmente posible establecer juicios universales de valor, y al discutir que todo sea subjetivo y defender, en cambio, que  hay un orden universal que comparten tanto los seres vivos como los inertes o las creaciones humanas; que todas las cosas –sean animadas o inanimadas- tienen “vida”, y que somos capaces intuitivamente de percibir que algunas tienen más vida que otras y qué cambios intensifican su vitalidad y cuáles la reducen.

Me parece un logro detectar o definir las 15 propiedades fundamentales que caracterizan a los lugares o entes vivientes: Niveles de escala, Centros Fuertes, Límites Gruesos, Repetición alternada, Espacio Positivo, Buena Forma, Simetrías Locales, Entrelazamiento Profundo y Ambigüedad, Contraste, Degradado, Rugosidad, Ecos, El Vacío, Simplicidad y Calma Interior, No-separación.

El número de propiedades puede ser discutible, algunas son muy similares (espacio positivo y buena forma, por ejemplo) pero son categorías útiles para valorar el entorno y plantear modificaciones que lo intensifiquen positivamente. Una vez asimiladas, no puedes evitar ver el mundo a través de algunas de estas categorías que Alexander plantea.

El autor muestra convincentemente cómo esta nueva visión del mundo se manifiesta tanto a nivel microscópico como macroscópico, en un tapiz otomano o en un collage de Matisse, en la Alhambra o en un barrio autoconstruido de una megalópolis latinoamericana. Pero su odio visceral a la arquitectura moderna le impide ver algunos magníficos ejemplos que fortalecerían notablemente su mensaje (así, a bote pronto: las viviendas de Gardella en la Giudecca, las de Lucien Kroll en Bruselas, la casa de veraneo de Asplund, Scarpa, el poblado Esquivel de De la Sota, Walmer Yard, el Multihalle de Manheim, algunas obras de Fathy o Baker…). La insistencia en que prácticamente sólo él es capaz de percibir la “integridad” y desarrollar los diseños (bueno, le perdona la vida al gran Geoffrey Bawa y a las primeras obras de Wright) es su principal flaqueza.

Es una obra sumamente ambiciosa que plantea una nueva y sugerente visión de la arquitectura, la naturaleza y las artes. Su devoción por el ornamento y la simetría, algunos pasajes de regusto new-age (¿el espejo del yo?), su machacona insistencia en algunas ideas y el hecho de no ser capaz de encontrar ejemplos contemporáneos de otros arquitectos vuelven innecesariamente antipático su mensaje, que se beneficiaría enormemente de un menor ombliguismo y de un buen editor.

Creo que las ideas claras y potentes deben explicarse con claridad, potencia y concisión y que escondido en estas más de dos mil páginas hay un libro que podría suponer un cambio de paradigma tan importante como el que –para algunos- supusieron los todavía vigentes “El Modo Intemporal de Construir” y “Un Lenguaje de Patrones” (a los que, de hecho, engloba y desarrolla).

¿Cuántos tendrán la paciencia de buscarlo?

 

Nota:

Estoy por la mitad del tercer volumen –que está íntegramente dedicado a mostrar sus diseños- y las seis páginas centradas en como diseñó las cerchas (no especialmente logradas) de un edificio han puesto a prueba mi paciencia y me han empujado a escribir esta primera –y precipitada- evaluación de la obra. Por supuesto terminaré de leerla (al parecer el volumen que cierra la serie es fundamental para entender su alcance) y espero continuar sacando provecho de muchas de sus reflexiones, pero intuyo que mi conclusión provisional no variará significativamente.

Nota 2:

Para más información sobre «The Nature of Order» pueden ver también las entradas:

Orden Fabricado vs Orden Generado

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Continúo buceando en el monumental “The Nature of Order” de Chrisopher Alexander y, aunque prefiero reservarme mi opinión hasta terminar el cuarto volumen, iré compartiendo algunas pepitas que voy encontrando en el camino.

Parte del segundo volumen está dedicada a distinguir el “Orden Fabricado” del “Orden Generado” en una vuelta de tuerca más a su principal preocupación. ¿Por qué nos resuta tan difícil hoy en día crear armónica y naturalmente?

Alexander sostiene que sólo podemos crear objetos, entornos, edificios o ciudades “vivas” si seguimos un proceso en el que el orden se despliega progresivamente, ajustando cada nueva adición a la fase anterior e intensificando el orden pre-existente. No podemos crear un orden auténticamente complejo en una mesa de dibujo o un ordenador.

Para ilustrar la idea, aporta una interesantísima cita del biólogo Lewis Wolpert que, al explicar cómo surge algo tan perfecto y complejo como un embrión a partir de un huevo fecundado, da claves que Alexander considera aplicables a todas las escalas de la creación:

Toda la información para el desarrollo embrionario está contenida en un huevo fecundado. Pero ¿cómo es interpretada esta información para crear el embrión? Una posibilidad es que la estructura del organismo esté de alguna manera codificada en el genoma como un programa descriptivo. ¿Contiene el ADN una descripción completa del organismo al que dará lugar? La respuesta es no. Lo que el genoma contiene es un programa de instrucciones para hacer el organismo –un programa generativo– en el que los componentes citoplásmicos de los huevos y las células son actores fundamentales junto a los genes como el código de ADN en la secuencia de aminoácidos de una proteína.

Un programa descriptivo, como un plano, describe un objeto con detalle; mientras que un programa generativo describe cómo hacer un objeto. Para un mismo objeto, ambos programas son muy diferentes. Piensen en el origami, el arte de doblar papel. Al doblar una hoja en varias direcciones es relativamente fácil hace un sombrero de papel o un pájaro a partir de una única hoja. Describir en detalle la forma final del papel con las relaciones complejas entre sus partes es dificilísimo, y de poca ayuda para lograr hacerlo. Mucho más útil y fácil de formular son las instrucciones sobre cómo doblar el papel. La razón para esto es que instrucciones simples sobre el plegado tienen implicaciones espaciales complejas.

Durante el desarrollo, de igual modo, la acción de los genes inicia secuencias de eventos que pueden acarrear profundos cambios en el embrión. Podemos considerar la información genética contenida en un huevo fertilizado equivalente a las instrucciones de plegado en el origami: ambas contienen un programa generativo para crear una estructura determinada.

Lewis Wolpert. “Principles of Development” (1997)

La exactitud no es la verdad

auto-retratos matisse

Henri Matisse preparó para una exposición en Filadelfia en 1948 una serie de cuatro auto-retratos dibujados y un breve texto con los que demostraba que la exactitud no  es la verdad.

Cada uno de los cuatro retratos difiere en aspectos fundamentales –barbilla potente vs. barbilla débil débil; narizota vs. naricita; ojos juntos vs. ojos separados- y sin embargo en todos ellos reconocemos sin lugar a dudas a Henri Matisse.

A partir de este sorprendente hecho, el artista argumenta que el carácter es más importante que los rasgos particulares y que la inexactitud anatómica de los rasgos no sólo no daña la representación del “carácter íntimo y verdad inherente de su personalidad” sino que ayuda a clarificarla.

Es decir, dibujar con precisión los rasgos no asegura que el retrato se parezca al retratado ya que lo fundamental es captar “su carácter”, eso que comparte cada una de las muy diferentes representaciones. En el arte –y, posiblemente, en la arquitectura- esa esquiva totalidad que se oculta tras la superficie es la auténtica verdad.

Nota:

Conocí este texto y dibujos gracias al primer volumen de “The Nature of Order”, la obra magna de Christopher Alexander, que lo utiliza para ilustrar el concepto de totalidad o integridad (“wholeness”) en el que basa la nueva visión del mundo que pretende transmitir en su tratado.

3×15

Ayer tropecé tres veces con el número 15:

-Las 15 tramas geométricas pentagonales

15 tramas 1

Nunca había sospechado que se pudiesen generar tramas regulares a partir de pentágonos irregulares pero este artículo del Guardian me ha sacado de mi ignorancia. Resulta que hasta la fecha se conocían 14 de esos pentágonos y se ha tardado tres décadas en descubrir un (¿el?) décimo-quinto.

15 tramas 2

Me sorprendió que hubiese tantas tramas regulares posibles a partir de un pentágono y aún más el hecho de que no sea un campo cerrado y se sigan descubriendo hoy en día nuevos patrones.

– Las 15 propiedades de una arquitectura viva:

the nature of orderComo admirador de “El modo intemporal de construir” y “Un lenguaje de patrones” me estoy planteando invertir en el magnum opus de Christopher Alexander “The Nature of Order” en el que sostiene que son 15 las propiedades geométricas necesarias para generar una arquitectura viva. Son cuatro tochos muy caros y temo que un poco místicos, de ahí mis dudas.

– Las 15 rocas del jardín zen de Ryoan-ji en Kyoto.

Diagram-ryoanji

Parece ser que los budistas asocian el número 15 a la perfección y este célebre jardín – que se organiza alrededor de 15 rocas que no pueden verse a la vez- podría ilustrar la imposibilidad de alcanzarla.