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Sublime

The Farnsworth House

La verdad es que en esta casa, con sus cuatro paredes de vidrio, me siento como un animal al acecho, siempre alerta. Incluso al atardecer me siento como un centinela siempre en guardia. Casi nunca puedo relajarme porque la casa es transparente como un rayo X.”
Dr. Edith Farnsworth

Tal como explica Azúa en su imprescindible “Diccionario de las artes”, lo sublime, para Kant, es un grado superior de lo Bello, que se refiere a las sensaciones que nos provoca la contemplación de fenómenos como el estallido de un volcán, el furor del huracán o el fragor de una batalla. Sensaciones que nos sobrecogen y nos muestran “la mota de polvo ridícula que es una vida humana”.

Aunque para el mundo del arte moderno sea un concepto fundamental pues en él “se significan esas realidades molestas, las negativas (el dolor, la muerte, el horror, el asco, y tantas otras), que no encuentran su acomodo en lo Bello”, la arquitectura debe preocuparse sobre todo del placer y la vida.

Por eso me parece tan reveladora de las auténticas prioridades de cierta arquitectura moderna la interpretación que hace Richard Sennet de la casa Farnsworth de Mies Van der Rohe, una de sus más celebradas obras.

El lugar en que se ubica, una zona pantanosa e inundable plagada de serpientes justificó la construcción de una casa sobre pilotes que “grita a los cuatro vientos” su carácter de “habitáculo amenazado”. “Al acercarnos nos entra el deseo de llegar cuánto antes para resguardarnos en ese refugio. La casa, sin embargo, no ofrece un santuario. La amenaza de la naturaleza que nos ha apremiado a llegar cuanto antes se refuerza tan pronto como se alcanza la terraza; no existe un refugio propiamente dicho capaz de cobijar a ningún ser vivo.(…) Tampoco ofrece ninguna seguridad la visión de las personas en el interior; da la impresión de que nadie se puede hallar a sus anchas en el interior (…) La intrusión de alguien que dormitase en una silla (aunque sea muy difícil dormitar en la silla Barcelona de Mies), o la visión de otra persona que leyese una revista comiendo patatas fritas; en fin, cualquier signo normal y corriente de lo doméstico resulta obsceno. Por el contrario, se trata de un espacio en el cual experimentamos el terror de la naturaleza agudizado más aún por un edificio que no nos ofrece ninguna promesa de refugio. Es una moderna expresión de lo sublime.”

Mies era indudablemente un gran artista, pero un arquitecto perverso.

Bibliografía:

Félix de Azúa- “Sublime” en “Diccionario de las artes” (Planeta, 1995)
Richard Sennet-“Un arquitecto de lo sublime” en “La conciencia del ojo” (Versal, 1991)