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Fuego eterno

Jerry Lee Lewis - Knox Sessions A

Si, como sospecho, la vara apropiada para medir la calidad de un músico es la frecuencia con la que escuchas su obra, Jerry Lee Lewis sería el «mejor» de los pioneros del rock and roll porque, aunque he sentido más pasión por Chuck Berry, Little Richard, Elvis Presley, Fats Domino o Buddy Holly, ya casi nunca escucho esos discos a los que extraje casi todo su jugo juvenil cuando yo mismo era joven. El Killer es otra historia.

Alguien que tuvo grandes riquezas, seis hijos y siete esposas (la tercera, su tristemente célebre prima trece-añera) y lo perdió todo (un hijo murió ahogado en una piscina, otro en un accidente de coche, una esposa en extrañas circunstancias). Un hombre de gatillo fácil que casi mata a su bajista y que fue expulsado de Graceland por acercarse al Rey armado con un rifle. Un salvaje temeroso de Dios, criado en el fundamentalismo cristiano (es primo del tele-predicador Jimmy Swaggart) con una atracción fatal por la fiesta, la mala vida y la música del diablo.

Todos esos tormentos y agitada vida tienen su reflejo en una música orgánica que se mueve con naturalidad del más salvaje rock and roll al más lacrimógeno country, pasando por sentidos espirituales a mayor gloria de Dios o las versiones de olvidados clásicos Tin Pan Alley. La mayoría sólo recuerdan sus grandes éxitos para Sun Records («Great Balls of Fire«, «Whole Lot of Shakin going on«,»High School Confidential«…) pero, por geniales que sean, ya rara vez acudo a esas canciones oídas hasta el hastío, ni a esos años posteriores en Mercury en los que intentaba hacerse un hueco en el mercado country con grandes momentos que hay que rescatar del pringoso mar de cuerdas y almíbar que tantas veces amenaza con ahogarlos.

Y ahí es donde entra un disco como «The Knox Phillips Sessions: The Unreleased Recordings« (más…)

Merle Haggard (1937-2016)

Merle Haggard

Johnny Cash tocó en San Quintín y Merle Haggard -tras unos años salvajes de saltar de tren en tren como su héroe Jimmie Rodgers, de huir hacia adelante, de curros estacionales y de delincuencia juvenil intentando escapar de sus miserables orígenes en un poblacho californiano de inmigrantes de la Gran Depresión- no sólo estuvo allí aquel día sino que pasó encarcelado en el célebre presidio tres largos años que marcaron sus canciones como inspiración directa («Sing Me back Home«) o provocándole sentimientos de culpa («Mama Tried«)- y, aunque durante una época encarnase los valores más rancios de la América profunda frente al despendole hippie (el grimoso himno «Okie from Muskogee«), hoy lo amamos por lo que importa: sus inolvidables canciones sobre la botella, la cárcel, el trabajo, el amor y demás vivencias de aquella gente humilde entre la que nació y creció y a la que siempre consideró los suyos. Descanse en paz.

Miniaturas Pop

 Los Clash tenían la teoría de que la canción perfecta debía durar alrededor de tres minutos. Al grabar “Armageddon Time” pidieron al técnico que les avisase cuando se acercasen a ese tiempo para evitar superarlo. El aviso llegó cuando estaban totalmente metidos en la canción y no tenia sentido cortarla abruptamente y por eso se oye a Strummer cantar “Okay, Okay, don’t push us when we’re hot!” y continuar con el tema. 

Debido a que la técnica impedía que la duración de un single superase los tres minutos y medio; y la propia estructura de los éxitos pop requería un mínimo de repeticiones del estribillo para que el tema calase en la gente, una gran parte de las canciones clásicas de la era anterior a los lps duraban efectivamente entre algo más de dos minutos y algo menos de tres y medio. 

Pero la lista de reproducción de hoy está dedicada precisamente a esas otras canciones (descartando las miniaturas del punk y aledaños que por su abundancia merecerían una entrada aparte) que, sin superar los dos minutos, se han convertido en clásicos “pop” de pleno derecho. 

 

“Words of Love”- Buddy Holly (1957) 

Buddy tenía el don de la concisión y tiene bastantes grandes canciones realmente cortas, pero de las míticas sólo ésta (y “Reminiscing”) bajan de los dos minutos. 

 

“Stay”- Maurice Williams & The Zodiacs (1957) 

Uno de los grandes clásicos de los años 50, muchas veces versionada pero nunca mejorada. Un minuto y medio de glorioso pop. 

 

“The Letter”- Box Tops (1967) 

El inicio de la carrera de Alex Chilton, antes de formar Big Star, cuando parecía que se podría convertir realmente en una Gran Estrella. 

 

“Cool Operator”- Delroy Wilson (1972) 

El título se refería en realidad a su amor no correspondido pero acabó convirtiéndose en el apodo de uno de los más grandes cantantes jamaicanos. Un clásico. 

 

“Um oh e um ah”- Tom Zé (1973) 

Sólo un fuera de serie puede hacer una canción inolvidable únicamente con “ohs” y “ahs”. Su recopilatorio en la serie “Brazil Classics” de Luaka Bop es uno de mis discos favoritos de todos los tiempos. 

Por cierto, la portada del disco «Todos os olhos», donde se publicó originalmente, es un primerísimo plano de un ano con una canica insertada que milagrosamente sorteó la censura de la dictadura brasileña.

 “When you find out”- The Nerves (1976)

 Un pequeño clásico power pop cortesía de Paul Collins, Peter Case y cía. 

 

“Never going back again”- Fleetwood Mac (1977) 

En uno de los discos más vendidos de todos los tiempos se esconde esta pequeña joya por la que siempre he sentido tal debilidad que hago la trampilla de pasar por alto los segundillos que  pasa del tiempo reglamentario en algunas ediciones. 

 

“Fragile”- Wire (1977) 

Uno de los temas más sentidos del inmortal “Pink Flag”. 

 

“Final Day”- Young Marble Giants (1980) 

Un calmante  para la resaca punk. 

 

“Themselves”- Minutemen (1984) 

Los hombres-minuto se llamaban así por una razón. En el mítico “Double Nickels on the Dime” del que sale este tema, había nada menos que 43 fantásticas canciones de las cuales solo una quinta parte superaban los dos minutos. 

“Never talking to you again”- Hüsker Dü (1984)

Y sus compañeros de escudería, pese a su fama de duros, siempre tuvieron su lado romántico, que pocas veces manifestaron tan abiertamente como en esta sentida canción.

“Johnsburg, Illinois”- Tom Waits (1985) 

Una de esas miniaturas, con frecuencia instrumentales, que Waits mete a veces en sus discos. 

 

“Five Sticks”- Camper Van Beethoven (1986) 

Nunca conseguí entender una palabra de lo que decían pero la música es increíblemente evocadora. Al preparar esta entrada me he enterado de que la parte cantada está reproducida al revés (existe en youtube la versión “backwards”, todo un hallazgo) 

 

 “Zurich is Stained”- Pavement (1992) 

Uno de los momentos más plácidos de su imprescindible debut. 

 

“Love is like a bottle of gin”. Magnetic Fields (1999) 

En un disco tan inagotable como “69 Love Songs” había varias candidatas posibles, pero he optado finalmente por esta meditación sobre las similitudes entre el amor y una botella de ginebra (que no al revés). 

 

Nota:                                                                

-Lista completa en spotify: Miniaturas Pop

-Lista en grooveshark (en bruto, con bastantes extras que no pasaron a la selección final y sin «Five Sticks»): http://grooveshark.com/#!/playlist/Miniaturas/92395467

Dolencias musicadas

Breve recopilación de canciones sobre enfermedades excluyendo – por su ubicuidad en la música pop- las afecciones cardíacas.

“El paralítico”- Trio Matamoros (1930)

Si estás postrado en un sillón, no te extirpes el trigémino, bota la muleta y el bastón y podrás bailar el son.

Inspirada por un médico español que estafó a cubanos con una supuesta cura para la parálisis consistente en extirpar el trigémino. La melodía recuerda bastante a otro clásico del mismo trío: “El Ciclón”

“TB blues”- Jimmie Rodgers (1931)

Nuestro ferroviario favorito murió de tuberculosis a los 36 años y ésta es una de sus meditaciones sobre su fatal destino.

“Fever”- Little Willie John (1956)

Sigue siendo la mejor versión, a años luz de Elvis y Peggy Lee. Un cantante excepcional con acusada querencia por las metáforas médicas (estuve a punto de incluir las estupendas “Spasms” y “My nerves”).

“Rockin’ Pneumonia and the boogie woogie flu”- Huey “Piano” Smith & The Clowns (1957)

Infravalorado por su carácter juerguista y desenfadado, Huey “Piano” Smith es un grande del rhythm&blues/proto-rock’n’roll de Nueva Orleáns.

“High blood pressure” ”- Huey “Piano” Smith & The Clowns (1958)

… al que le subía la tensión cada vez que su amor se le acercaba.

 “Psychotic Reaction”- Count Five (1966)

Si quieres saber como se evoca musicalmente un brote psicótico causado por el desamor, no hace falta buscar más. Uno de los grandes clásicos del punk de los 60.

“19th Nervous Breakdown”- The Rolling Stones (1965)

…y si se quiere abundar en el tema mental,  siempre queda el “19th Nervous Breakdown” de los Rolling Stones  (o el “Manic Depression” de Hendrix, o el «Schizofrenia» de Sonic Youth)

 “T.B. Sheets”- Van Morrison (1967)

Con poco más de veinte añitos, entre Them y “Astral Weeks”, Van Morrison grabó unas extrañas sesiones para Bang de las que salió tanto su mayor éxito, “Brown Eyed Girl”, como este asfixiante blues sobre su malestar físico al asistir al lecho de muerte de una chica (¿ su amante?) tuberculosa.

“Constipation blues”- Screaming Jay Hawkins (1969)

Estremecedora canción sobre el auténtico dolor que, para S.J. Hawkins, no lo causa el desamor ni el estar si un duro sino  ¡el estreñimiento!

“Fever”- Horace Andy (1972)

Los más jóvenes posiblemente lo asocien a Massive Attack, pero Horace Andy lleva ya mucho tiempo grabando excelentes canciones reggae (otra de mis favoritas aparece en el playlist “Pastuqui para todos”).

“Breakdown”-The Buzzcocks (1976)

Uno de los cuatro temas del mítico EP “Spiral Scratch” (uno de los candidatos más sólidos a primer disco punk) con Howard Devoto poniendo su desquiciada voz a la historia de un hombre a punto de desmoronarse mentalmente:

“Anthrax”- Gang of Four (1977)

El imponente feedback que abre la canción es necesario para que el mensaje cale: “El amor te agarrará como un caso de ántrax, y eso es algo que no quiero pillar”.  A la banda de los cuatro le gustaba tratar temas serios (capitalismo, explotación,…ese tipo de cosas) y se preguntan aquí por qué el pop está tan centrado en el amor.


“Mercury Poisoning”- Graham Parker (1979)

El mercurio que envenenaba a Parker no era otro que la compañía para la que trabajaba, Mercury.  Un clásico del sub-género “me cago en mis jefes”.

Nota:

Link lista de reproduccion en grooveshark:

http://grooveshark.com/#!/playlist/Enfermedad+Musical/81788438

Ángeles de tugurio

De todos los géneros musicales que corren por el mundo adelante, el country es quizás el más incomprendido e infravalorado. Para muchos representa lo peor de la cultura rural norteamericana (tradicionalismo, machismo,integrismo religioso, horterismo…) y aunque, con la popularidad de eso que los modernos llaman tontamente “americana”, la versión más oscura y llorona ha ganado cierta credibilidad, sigue siendo visto con  recelo y  aprensión. Reconozco que a mí también me costó mucho más entrar que en el blues, soul, funk…pero, de hecho, la música es un continuo y no una serie de compartimentos estancos (recordemos por ejemplo que el bramido de Howlin’ Wolf nació como imitación del yodel de Jimmie Rodgers, o que algunas de las primeras grabaciones de música negra incluían violines) y avanzar en su conocimiento consiste básicamente en irse desprendiendo de prejuicios. Ahora es una parte más de mi dieta musical y he pensado que una buena manera de iniciar a los más reticentes podría ser una selección de canciones “country” interpretadas por mujeres (honky tonk angels). Vamos allá:

Carter Family- “Single Girl, Married Girl” (1927)

Los pioneros de la música country ponderan las ventajas y desventajas de los diferentes estados civiles:

Rose Maddox&Brothers- “I wish I was a single girl again” (1951)

Y la conclusión a toro pasado-¡Como me gustaría volver a ser soltera!:

Kitty Wells- “Release Me” (1954)

Hay infinidad de versiones de este estándar, pero mis dos favoritas son ésta y la lectura soul de Esther Phillips:

Brenda Lee- “Jambalaya” (1956)

La pequeña (en edad, que no en voz) Brenda Lee versionando al padre de la música country, Hank Williams.El single estaba en casa de mis abuelos y, sin saberlo, fue probablemente mi primer contacto con esta música (junto a las inmortales “When it’s springtime in Alaska it’s 40 below” de Johnny Horton y  «I can’t stop loving you» de Ray Charles):

Tammy Wynette- “Stand by your man” (1968)

Esta no es precisamente feminista pero es una canción muy bonita. ¡Y no os perdáis el peinado!:

Tracy Nelson- “I fall to pieces” (1969)

La cantante del olvidado grupo de los 60 “Mother Earth”, cantaba divinamente lo que le pusiesen delante. En 1969 se animó a grabar un maravilloso disco country, acompañada por el gran Scotty Moore y D.J. Fontana, guitarrista y batería respectivamente de muchas de las mejores sesiones del rey:

(Esta no está en youtube pero si en grooveshark, ver enlace en la nota final)

Dolly Parton- “I will always love you” (1973)

Aunque en España es más famosa por su poderosa delantera y sus papeles en películas como la espantosa “La casa más divertida de Texas”, Dolly Parton es una artista de primera fila que ha compuesto cantidad de clásicos y los canta como nadie.Sin ir más lejos, “I will always love you”- sí, la de “El guardaespaldas”- que resulta intolerable en la voz de la difunta Whitney hace equilibrio sobre la delgada linea entre lo hortera y lo sublime cuando la canta su autora Dolly:

Loretta Lynn- “The Pill” (1975)

Para los que acusan a la música country de inmovilista y reaccionaria aquí tenéis una oda a la píldora anticonceptiva (y, por cierto, una de las canciones del jukebox de la tienda Sex de Malcolm McLaren en Londres, donde se formaron los Sex Pistols):

Kate&Anna McGarrigle-“Heart like a Wheel” (1975)

Llamémosle folk, country o lo que queramos, siempre vale la pena escuchar a las canadienses hermanas McGarrigle:

Alison Krauss- “I will” (1992)

No cualquiera se atreve a hacer una versión country de los Beatles y sale victorioso:

Lucinda Williams- “I Lost It”(1998)

La verdad, no sabía cual elegir, de este disco (Car Wheels on a gravel road) me gustan absolutamente TODAS:

Nota: Para su comodidad, he montado una lista de reproducción en Grooveshark. Desgraciadamente, no tenían la salvaje “I wish I was a single girl again” de Rose Maddox y sus hermanos. La versión de “Heart like a Wheel” de youtube es una maqueta de 1971, la de grooveshark es la del disco debut.

Link lista de reproducción en grooveshark:

http://grooveshark.com/#!/playlist/Honky+Tonk+Angels/75297540

John Storm Roberts, un pirata bueno

Había piratas malos, como Patapalo, que comía pulpo crudo y bebía agua de mar, y piratas buenos, como John Storm Roberts, que odiaba la cocina de fusión y, en vez de oro o piedras preciosas, robaba canciones.

Su botín provenía de compatriotas al servicio de su majestad, pioneros en el registro de la cultura popular, como Hugh Tracey, del que sustrajo, entre muchas otras perlas, “Chemirocha”, la oda de unas obnubiladas adolescentes kipsigis de Kenya al gran Jimmie Rodgers, el vaquero tuberculoso que cantaba el blues con un inolvidable yodel tirolés.

O del hit parade local, del que afanaba pepitas con las que traficar más tarde, como las inmarcesibles “Malaika” y “Pole Musa” o la tronchante versión de “La Bamba” que distrajo mientras trabajaba de incógnito como reportero del East African Standard  en Nairobi, en plena beatlemanía.

O, como buen caballero de fortuna, conseguía que patrones como Nonesuch Records le financiasen campañas de pillaje en las islas caribeñas en las que se encargaba personalmente de recoger la música callejera de La Española o de Jamaica.

Detestaba el “tandoori con ketchup” (fusiones tipo “Flamenco + Mali”) pero no era un purista adorador del folclore ni un apóstol de la autenticidad. Le interesaba tanto entender por qué en Hawaii se cantan plenas portorriqueñas (¡el “Que mala suerte la mia” que aquí conocemos por los Amaya!) como el último hibrido surgido de interpretar la tradición musical somalí con organillos casio baratos.

Consideraba que la música, incluida esa que llaman “culta”, es siempre mezcla de influencias externas con tradiciones existentes, como lo demuestra la “Marcha turca” de Mozart, y que quejarse, por ejemplo, de la “occidentalización” de la música africana pero no de su “arabización” porque sucedió hace siglos en lugar de décadas reflejaba una visión histórica muy limitada.

Sus sesudos ensayos (“Black Music of Two worlds”, “The Latin Tinge”, “Latin Jazz. The First of Fusions”) le convirtieron en una referencia en los círculos de iniciados, pero su estética se transmite con mucha mayor fuerza a través de las recopilaciones que publicó desde su sello Original Music. La selección y las agudas notas permitían familiarizarse con la música de los diferentes lugares (“The Kampala Sound”, “The Sound of Kinshasa”, “The Sound of Tanzania”, “Songs the Swahili Sing”…), algo harto difícil ya que, como aclaró en una entrevista, “la música NO es el lenguaje universal: “….intenta poner un disco chino en una emisora country de Nashville y verás qué pasa”.

Que culturas musicales lejanas en el tiempo o en el espacio dejen de sonar extrañas requiere ciertamente un esfuerzo, pero con guías como JSR (o Allen Lowe, del que espero hablar otro día), puede llegar a convertirse en un adicitivo placer.

Murió el año pasado, a los 73 años, pobre y enfermo, porque, como relata en las tristes palabras con que presentó la reedición en CD del seminal “Africa Dances”, ignoró la regla de oro de Agatha Christie: “nunca seas el primero”. Fue el primero en hacer una recopilación de Taarab, el primero en recuperar las fusiones del highlife ghanés y nigeriano con el rock’n’roll y el funk….y siguió ese “camino directo a la bancarrota que consiste en poner a disposición de la gente semejante variedad de música genuina”.

Era un pirata que no pagaba a los músicos que recopilaba (como Harry Smith con su “Anthology of American Folk Music” o Alan Lomax, por poner precedentes ilustres), pero no ganó dinero con ello y, en cambio, consiguió inocular el amor por estas músicas (“other people´s music”), y crear para ellas un modesto mercado, en el que otros sellos sí pueden vender discos a una escala razonable, rastrear el paradero de los artistas para pagarles royalties, y a veces incluso resucitar las carreras de figuras olvidadas.

Nota 1:

Los Lps y cds originales (de “original music”, porque eran piratas, de ahí el título de este homenaje) son ya difíciles de encontrar pero la blogosfera permite acceder a buena parte de su catálogo. Recomiendo empezar por “Africa Dances” y “Mbuki Mvuki”, los más variados del lote, y proceder a partir de ahí. Y como es de bien nacidos ser agradecidos, es obligado reconocer que fue el gran Robert Christgau el que me puso sobre la pista de Roberts.

Nota 2:

Los entrecomillados no acreditados son extractos de la entrevista para “Perfect Sound Forever” de Febrero de 1997

Nota 3:

Llevo años detrás de una conferencia de JSR editada en cassette  (y en algún sitio he leído que también en cd) llamada «Afro-Cuban comes home» sobre la relación entre la música caribeña y la africana. Si alguien tiene una copia, agradecería eternamente que se pusiese en contacto conmigo.