Categoría: libros

El nido

Anoche me tropecé con otra reflexión sobre la dificultad de ver con ojos limpios:

«Recogido en el seto como una flor marchita, el nido no es más que una «cosa». Tengo derecho de cogerlo en la mano, de deshojarlo. Me vuelvo melancólicamente hombre de los campos y de los matorrales, presumiendo un poco del saber que transmito a un niño diciendo: «es un nido de paro». Así el viejo nido entra en la categoría de los objetos. Cuánto más diversos sean los objetos, más sencillo se hará el concepto. A fuerza de coleccionar nidos se deja a la imaginación en paz. Se pierde contacto con el nido vivo.»

Gastón Bachelard, «La poética del espacio» (1957)

El proceso de diseño

La idea del diseño como el desarrollo progresivo de una serie de bocetos es romántica y no muy certera.

Se trata más bien de un proceso de optimización que arranca con una serie de corazonadas que son desarrolladas o descartadas de modo puramente intelectual antes de hacer un solo dibujo o maqueta.

Si estas corazonadas empiezan a combinarse de un modo que parece satisfacer más aspectos del problema de los que se podía razonablemente esperar, entonces surge el concepto.

Cuando el concepto aparece, representa apenas un 5% del esfuerzo de diseño. El 95% restante se dedica a evitar que se caiga a pedazos.”

Ray Eames. Nota manuscrita (Julio de 1964). De “An Eames Anthology” pag. 247

El veraneo refinado

El estupendo libro “Lineage and Legacy: A certain Modernism in Cadaques” repasa las viviendas que cierta burguesía ilustrada remodeló en el casco antiguo de Cadaqués desde los años 50 -la misma época en que Man Ray, Duchamp y compañía lo “descubrieron”- hasta nuestros días.

Es un libro emotivo y personal porque sus autores -el excelente arquitecto Fernado  Villavecchia y su discípulo devenido eminente arquitecto Stephen Bates- son parte activa del proceso que relatan. La familia Villavecchia encargó en 1955 al dúo Correa-Milá una de las casas fundacionales de esta tendencia y desde entonces han continuado veraneando y remodelando otras casas en el pueblo.  Los estudios de los dos autores (Sergison-Bates y Villavecchia-Liebman) se unieron para proyectar la magnífica casa Voltes (2011) que trae esta peculiar tradición moderna hasta nuestros días.

Algunas de las casas son muy conocidas (la Senillosa de Coderch) o la propia casa Villavecchia pero otras (la que se construyeron Coderch y Leopoldo Milá para sus escapadas de pesca, las del dúo italo-británico Harnden-Bombelli, la casa de Federico Correa) rara vez se publican y llaman la atención por su austeridad y sus reducidísimas superficies.

La magnífica arquitectura casi anónima que se presenta (es casi imposible para el paseante distinguir exteriormente estas casas de sus vecinas) y la elegancia y ejemplar economía de medios con que se resuelve nos recuerda que la auténtica clase no está ni en los grandes espacios, ni en los grandes ventanales, ni en las piscinas infinitas, ni en los acabados de importación, y que algunas de las personas con gusto más refinado prefirieron* para sus vacaciones una vida más sencilla en diminutas casas en un pequeño pueblo de difícil acceso. ¿Y si este tipo de turismo en vías de extinción es el auténtico lujo?

Nota: *Y prefieren. Tenemos también el ejemplo de los largos veraneos de David Chipperfield en su casa de Corrubedo (A Coruña) o de Nani Marquina en Ibiza.

Los flecos de la cortina

La modernidad se llevó “el ornamento” y nos hizo olvidar que muchos de los elementos que ahora percibimos como adornos nacieron para resolver una transición entre elementos o materiales o para disimular irregularidades y defectos de construcción.

Esta vieja idea aparece formulada de un modo mucho más hermoso -más sencillo, más concreto, más poético- en el entretenidísimo libro de conversaciones con Federico Correa que publicó Tusquets hace unos meses:

“Lluis Clotet: …recuerdo tus discursos defendiendo el uso de visillos y cortinas, absolutamente barridas de cualquier ambiente moderno, porque eran eficaces elementos que protegían del deslumbramiento, de la intimidad y de las corrientes de aire que dejaban pasar las ventanas. O la alegría el día que descubriste que los flecos de las cortinas eran en realidad un zócalo flexible que resolvía que suelo y guía no fueran perfectamente horizontales.”

Lo-TEK

La exposición y catálogo “Arquitectura sin Arquitectos” (1964) de Bernard Rudofsky nos legó una trascendente selección de imágenes de un mundo en desaparición en el que la naturaleza y el ser humano eran uno y nuestras construcciones tenían la naturalidad (y la complejidad) de un hormiguero, una tela de araña, un panal o una estructura fractal vista en un microscopio.

A partir de este precedente pionero, Julia Watson da un paso más al pasar de la muestra de riqueza formal de Rudofsky al análisis detallado de dieciocho casos particulares que le sirven para defender su vigencia en un mundo al borde del colapso climático y de la extinción de su biodiversidad.

Sostiene Watson que ha llegado el momento de superar la mitología de la tecnología que heredamos de la Ilustración –basada en el desprecio del conocimiento “primitivo”, la fe en el progreso indefinido, y la explotación de unos recursos que se suponían infinitos- y volver a trabajar con la naturaleza (sin pretender “conquistarla”) como tantas sociedades indígenas cuyas tradiciones –aunque fuertemente amenazadas- continúan vivas.

Su magnífico libro no es un tratado académico sino una llamada a la acción. Al analizar ejemplos correspondientes a todos los continentes (excepto Europa) y diversos tipos de hábitat (Montañas, Bosques, Desiertos y Humedales) el mensaje es claro y universal: en cualquier hábitat podemos aprender de los pueblos indígenas estrategias, lecciones y soluciones que nos ayuden a lograr un mundo más armónico y sostenible.

De las terrazas de arrozales balineses a las islas flotantes de los Uros; de los alucinantes (y kilométricos) acueductos subterráneos de los persas y los Malayalis a las milpas mexicanas, pasando por los jardines-gofre de los indios de Nuevo México, las increíbles estructuras vegetales abovedadas y flotantes de los Ma’dan o los puentes vivientes a prueba de monzón que ilustran la portada, este libro nos muestra la riqueza de un conocimiento afinado durante milenios de íntima convivencia entre el ser humano y su entorno  y la importancia de no sólo preservarlo sino utilizarlo como base en nuestra relación con el medio.

Nota: Lo-TEK es un juego de palabra entre «Low Tech» (baja tecnología) y el acrónimo TEK (Traditional Ecological Knowledge/Conocimiento Ecológico Tradicional)

Ver como niños

 

Andar una filosofía

Uno de los temas recurrentes de este blog es la importancia de aprender a ver con los ojos limpios, ver el campo en lugar de «paisaje», ver árboles y no «árboles» o ver como sólo los niños pueden hacerlo:

«Crecer significa no ser sensible ya más que a las generalidades, a las similitudes, a las categorías de ser. El bosque, la montaña, la llanura…Y, en nuestro entorno, todo se vuelve idéntico: para nosotros adultos, cada sendero pertenece a un mismo gran paisaje, está englobado en él. El adulto lo ve todo desde la altura de los años que tiene. La perspectiva de la experiencia lo aplana todo, lo achata, le quita sabor. El adulto sabe que su casa está situada en un país, y que varios caminos llevan hasta ella.

Para el niño, en cambio, los caminos alejan, inquietan, son posibilidades de mundos. No se parecen entre sí: se abren a universos distintos. Para el niño, ni siquiera los árboles se parecen entre sí: sus ramas nudosas, sus troncos torcidos, sus perfiles, todo los diferencia. No son dos higueras, o dos robles, sino el guerrero y el brujo, el monstruo y el niño.»

(Frédéric Gros «Andar. una filosofía». Taurus 2015)

Los borborigmos de la calipigia

Venus Calipigia

Anoche aprendí dos nuevas palabras con las que no recuerdo haberme tropezado antes, pese a que nombran cosas tan cotidianas como los ruidos que hace la barriga o la poseedora de un hermoso trasero.

Cuando, como inevitablemente sucede, empiece a encontrarlas por todas partes –Venus calipigias en algún viejo manual de historia del arte, borborigmos en el prospecto de algún medicamento para digestiones pesadas- intentaré recordar que fue David Foster Wallace quien me las enseñó*.

*La colección póstuma de ensayos (“Both Flesh And Not”) incluye antes de cada texto una lista de palabras y definiciones que DFW guardaba en el escritorio de su ordenador e iba actualizando constantemente. Este truco para engordar un libro que no deja de ser una colección de caras B y “outtakes” fue todo un acierto y una de las partes que más estoy disfrutando.

 

«Forma, Lenguaje y Complejidad. Una teoría unificada de la arquitectura»

PORTADAFORMALENGUAJECOMPLEJIDAD_NS

Nikos Salíngaros es uno de los más destacados discípulos de Christopher Alexander -con quien colabora desde hace años- y en su último libro “Forma, Lenguaje y Complejidad. Una teoría unificada de la arquitectura” (Ediciones Asimétricas) hay constantes ecos de las ideas de “The Nature of Order” matizadas por una visión personal que tiende a enfatizar los aspectos científicos sobre los estético-humanísticos.

Frente a la profusión de sugerentes imágenes de obras de arte de todas las épocas y escalas –y a las referencias autobiográficas- que tanto enriquecen las posibles lecturas en la obra de Alexander, en los escritos de Salíngaros prevalece siempre un tono académico  que disminuye su poder evocador.

En esencia, el libro de Salíngaros propone una crítica radical al legado que las vanguardias y el Movimiento Moderno (y sus hijos: el Posmodernismo. el Minimalismo y la Deconstrucción): “fundamentalismo geométrico”, supresión del ornamento, separación de la naturaleza, rechazo de la simetría, idolatría de la imagen; y plantea una nueva forma de entender el entorno construido basado en la “biofilia” y la reconexión con la naturaleza.

Personalmente, echo en falta una explicación de la teoría de la intensificación de los centros existentes (diseño adaptativo) y un desarrollo más detallado del capítulo dedicado a las 15 propiedades fundamentales ya que son ideas que permiten intuir el paso de la teoría a la acción y el proyecto.

Aun así, desde que Díez del Corral publicó su personal re-lectura de “Un lenguaje de patrones” hace ya dos décadas, apenas existen en lengua española publicaciones que reflejen el pensamiento de Alexander y su escuela y, por ello, pese a su carácter fragmentario y truncado* –que contradice la voluntad de presentar una teoría unificada de la arquitectura y dificulta la asimilación de ciertos conceptos a aquellos que se los encuentren por vez primera- este libro supone una valiosa puerta de entrada a una visión de la arquitectura que contradice muchos dogmas comúnmente aceptados y merece ser mejor conocida.

Nota:

*Salíngaros aspira a cambiar la forma de pensar de los arquitectos y el futuro de la arquitectura y esa misión evangélica provoca ediciones descuidadas -como el anterior “Anti-arquitectura y Deconstrucción”- o truncadas -como este volumen que comparte título con el original en inglés “A Unified Architectural Theory: Form, Language, Complexity” de 2013 pero, según explica Salíngaros en la introducción, presenta diferencias importantes  (capítulos omitidos, nuevos textos)- que el autor justifica por la urgencia de editarlo y propagar sus ideas lo antes posible, sin las demoras que una edición más fiel habría implicado.

 

«The Nature of Order». Una reseña provisional

The nature of order

Del monumental “The Nature of Order” de Christopher Alexander me atrae su valentía al desafiar el consenso sobre que ya no es realmente posible establecer juicios universales de valor, y al discutir que todo sea subjetivo y defender, en cambio, que  hay un orden universal que comparten tanto los seres vivos como los inertes o las creaciones humanas; que todas las cosas –sean animadas o inanimadas- tienen “vida”, y que somos capaces intuitivamente de percibir que algunas tienen más vida que otras y qué cambios intensifican su vitalidad y cuáles la reducen.

Me parece un logro detectar o definir las 15 propiedades fundamentales que caracterizan a los lugares o entes vivientes: Niveles de escala, Centros Fuertes, Límites Gruesos, Repetición alternada, Espacio Positivo, Buena Forma, Simetrías Locales, Entrelazamiento Profundo y Ambigüedad, Contraste, Degradado, Rugosidad, Ecos, El Vacío, Simplicidad y Calma Interior, No-separación.

El número de propiedades puede ser discutible, algunas son muy similares (espacio positivo y buena forma, por ejemplo) pero son categorías útiles para valorar el entorno y plantear modificaciones que lo intensifiquen positivamente. Una vez asimiladas, no puedes evitar ver el mundo a través de algunas de estas categorías que Alexander plantea.

El autor muestra convincentemente cómo esta nueva visión del mundo se manifiesta tanto a nivel microscópico como macroscópico, en un tapiz otomano o en un collage de Matisse, en la Alhambra o en un barrio autoconstruido de una megalópolis latinoamericana. Pero su odio visceral a la arquitectura moderna le impide ver algunos magníficos ejemplos que fortalecerían notablemente su mensaje (así, a bote pronto: las viviendas de Gardella en la Giudecca, las de Lucien Kroll en Bruselas, la casa de veraneo de Asplund, Scarpa, el poblado Esquivel de De la Sota, Walmer Yard, el Multihalle de Manheim, algunas obras de Fathy o Baker…). La insistencia en que prácticamente sólo él es capaz de percibir la “integridad” y desarrollar los diseños (bueno, le perdona la vida al gran Geoffrey Bawa y a las primeras obras de Wright) es su principal flaqueza.

Es una obra sumamente ambiciosa que plantea una nueva y sugerente visión de la arquitectura, la naturaleza y las artes. Su devoción por el ornamento y la simetría, algunos pasajes de regusto new-age (¿el espejo del yo?), su machacona insistencia en algunas ideas y el hecho de no ser capaz de encontrar ejemplos contemporáneos de otros arquitectos vuelven innecesariamente antipático su mensaje, que se beneficiaría enormemente de un menor ombliguismo y de un buen editor.

Creo que las ideas claras y potentes deben explicarse con claridad, potencia y concisión y que escondido en estas más de dos mil páginas hay un libro que podría suponer un cambio de paradigma tan importante como el que –para algunos- supusieron los todavía vigentes “El Modo Intemporal de Construir” y “Un Lenguaje de Patrones” (a los que, de hecho, engloba y desarrolla).

¿Cuántos tendrán la paciencia de buscarlo?

 

Nota:

Estoy por la mitad del tercer volumen –que está íntegramente dedicado a mostrar sus diseños- y las seis páginas centradas en como diseñó las cerchas (no especialmente logradas) de un edificio han puesto a prueba mi paciencia y me han empujado a escribir esta primera –y precipitada- evaluación de la obra. Por supuesto terminaré de leerla (al parecer el volumen que cierra la serie es fundamental para entender su alcance) y espero continuar sacando provecho de muchas de sus reflexiones, pero intuyo que mi conclusión provisional no variará significativamente.

Nota 2:

Para más información sobre «The Nature of Order» pueden ver también las entradas:

Ropa, música, chicos.

viv-albertine-book

Una adolescente alemana (Ari Up), una okupa andaluza (Palmolive) y dos inglesas de origen muy humilde (Tessa y Viv Albertine) formaron a mediados de los 70 “The Slits”, el primer grupo punk compuesto únicamente por mujeres y dejaron para la historia un par de Peel Sessions, algún pirata y un clásico inclasificable (“Cut”), convirtiéndose –junto a las Raincoats y Liliput- en el modelo de valentía e independencia que inspiraría dos décadas más tarde a las riot-girls.

Nunca triunfaron. Ari-Up murió muy joven, Palmolive acabó de cristiana renacida en Estados Unidos, y Viv pasó media vida debatiéndose entre sus impulsos creadores y su voluntad de tener la familia “normal” que nunca tuvo en  su infancia.

Sus emocionantes memorias, escritas con una sencillez y transparencia adictivas, funcionan a varios niveles.

Por una parte, son un ejemplo de lucha contra la adversidad, de cómo perseguir tus sueños teniéndolo todo en contra. De cómo superar una infancia de maltratos y pobreza. De cómo ser guitarrista y compositora sin ninguna formación previa. De cómo ser una mujer libre en un mundo machista. De cómo ser madre teniéndolo todo en contra. De cómo superar una grave enfermedad. De cómo reinventarse una vez tu vida está encauzada y estancada en el hastío.

Por otra, son el mejor relato que he leído de la época punk. El que mejor te permite imaginar cómo era el día a día, entre casas okupas y escuelas de arte en las que acababan todos los inadaptados con inquietudes, compras en la tienda «Sex» de Vivianne Westwood y Malcolm MacLaren, amenazas de otras tribus urbanas, rollos (y primer grupo «The Flowers of Romance») con Sid Vicious, Johnny Rotten y Joe Strummer, relación amorosa con Mick Jones, primer y único chute con Johnny Thunders, giras con los Clash, fallidos viajes a trapichear a Amsterdam…

Cuarenta años de sesudos tratados, de mitificación y de apropiaciones interesadas han interpuesto entre nosotros y el punk una barrera que parecía impenetrable hasta que una de sus protagonistas cuenta su día a día con una candidez capaz de revivir aquellos años mágicos.

No encontrarás en estas maravillosas memorias nihilismo, situacionismo y demás «palabros» habitualmente asociados al punk. Sólo ropa, música y chicos. La vida.

Nota:

anagrama.jpeg

Existe edición española en Anagrama.

 

Ver con ojos limpios

milton-glaser-graphic-designers

“Cuando tenía 17 o 18 años, hice un retrato a mi madre y, al centrarme en ella con tanta atención, me di cuenta de que nunca había sabido de verdad qué aspecto tenía mi madre, de que su apariencia se había fijado de cierta manera en mi mente y que, como consecuencia, ya no podía verla realmente al mirarla. Si no podía reconocer ni a mi propia madre, es obvio que no había estado prestando mucha atención.

No podía verla tal y como ella existía en ese momento hasta que le presté verdadera atención cuando decidí dibujarla. Lo que almacenaba en mi mente era el resultado de la acumulación de todos mis encuentros con ella. Mi asunción  es que construimos un repositorio de ideas preconcebidas acerca de todo y que eso se convierte en la base de nuestras vidas. Después, de vez en cuando, quizás gracias a la meditación o al arte, podemos ver con ojos limpios y sin la interferencia de nuestra historia”

Milton Glaser  “Conversaciones con Peter Mayer”. GG 2016

“Es esencial para un arquitecto saber cómo ver: quiero decir, ver de tal manera que la visión no se encuentre dominada por el análisis racional (…) El difícil arte de ver con inocencia”

 Luis Barragán “El arte de ver con inocencia”.UNAM 1989

Nota:

Esta idea ya ha aparecido con anterioridad en el blog. Ver con inocencia, eliminar todo lo que se interpone entre el ojo y lo observado es también lo que buscaba Sánchez Ferlosio al rogar que las lágrimas limpiaran sus ojos para poder ver el campo (en vez de “un paisaje”) o Knausgard añorando una infancia perdida en que los árboles eran árboles y no “árboles”.

La exactitud no es la verdad

auto-retratos matisse

Henri Matisse preparó para una exposición en Filadelfia en 1948 una serie de cuatro auto-retratos dibujados y un breve texto con los que demostraba que la exactitud no  es la verdad.

Cada uno de los cuatro retratos difiere en aspectos fundamentales –barbilla potente vs. barbilla débil débil; narizota vs. naricita; ojos juntos vs. ojos separados- y sin embargo en todos ellos reconocemos sin lugar a dudas a Henri Matisse.

A partir de este sorprendente hecho, el artista argumenta que el carácter es más importante que los rasgos particulares y que la inexactitud anatómica de los rasgos no sólo no daña la representación del “carácter íntimo y verdad inherente de su personalidad” sino que ayuda a clarificarla.

Es decir, dibujar con precisión los rasgos no asegura que el retrato se parezca al retratado ya que lo fundamental es captar “su carácter”, eso que comparte cada una de las muy diferentes representaciones. En el arte –y, posiblemente, en la arquitectura- esa esquiva totalidad que se oculta tras la superficie es la auténtica verdad.

Nota:

Conocí este texto y dibujos gracias al primer volumen de “The Nature of Order”, la obra magna de Christopher Alexander, que lo utiliza para ilustrar el concepto de totalidad o integridad (“wholeness”) en el que basa la nueva visión del mundo que pretende transmitir en su tratado.

La hija de Fidel

el libro de la salsa

Sostiene César Miguel Rondón en su clásico “El libro de la salsa” que el interés por la música brasileña en Estados Unidos se debió al triunfo de la revolución cubana y a la decisión de los grandes consorcios de comunicación y entretenimiento norteamericanos de boicotear los productos culturales de la isla y buscar un paraíso tropical alternativo.

No suelo comulgar con simplificaciones brutales ni teorías conspirativas pero no deja de ser curioso que la explosión internacional de la Bossa Nova (según Rondón “un estilo suave y meloso,  magnífico para que los cantantes estadounidenses dijeran, a su manera, las mismas cosas de siempre”) y la serie de fusiones del Jazz con ritmos brasileños  (“Getz & Gilberto”, “Sinatra & Jobim” …) ocurrieran precisamente en la década que siguió a la llegada del comunismo a Cuba. A ver si va a resultar que, en cierto modo, la chica de Ipanema es hija de Fidel.

Helo Pinheiro_Real Girl from Ipanema

 

Media hora mágica

Gracias al fantástico libro «1000 recordings to hear before you die» de Tom Moon estoy descubriendo algunos discos maravillosos de los que nunca había oído hablar.

Lo que en principio -viendo la portada y contraportada- parece uno de esos aburridos discos de folk de los 60 compuestos por versiones de material tradicional, resulta ser una obra de una belleza sobrenatural que, aunque pueda recordar por momentos a Billie Holiday, al Chet Baker de «Let’s Get Lost» o el «Pink Moon» de Nick Drake, es sorprendentemente original.  En la voz de esta mujer mitad irlandesa- mitad cherokee las canciones trascienden sus orígenes blues y folk para convertirse en un lamento cautivador a la vez plácido y cargado de sentimiento.

La extraordinaria música del debut de Karen Dalton «It’s hard to know who’s going to love you the best» (1969) ha llegado a mi vida para quedarse. Media hora de música mágica.

 

Orgánico vs. Racional

Cityinhistory

Me ha encantado encontrar en la parte dedicada a las ciudades medievales del genial ensayo «The City in History» (1961) de Lewis Mumford este pasaje en el que no sólo explica maravillosamente el resbaladizo concepto de «lo orgánico» sino que anticipa la idea de «patrón universal» que Christopher Alexander sistematizaría casi dos décadas más tarde:

«En el planeamiento orgánico, una cosa lleva a otra, y lo que empezó como el aprovechamiento de una ventaja accidental puede dar lugar a un elemento fuerte en el diseño, que un plan a priori nunca podría anticipar y probablemente ignoraría o descartaría. (…)

El diseño orgánico no empieza con una meta preconcebida: avanza de necesidad en necesidad, de oportunidad en oportunidad, en una serie de adaptaciones que se vuelven progresivamente coherentes e intencionadas, hasta generar un resultado final complejo pero no menos unificado que el que resulta de un plan geométrico preconcebido (…) Aunque el estado final del proceso no esté fijado de partida, como sucede con un orden más racional y no-histórico, esto no significa que las consideraciones racionales y la reflexión previa no hayan regido cada particularidad del diseño, ni que éste no forme un todo integrado.

Los que consideran el planeamiento orgánico indigno de tal nombre confunden el mero formalismo y regularidad con la adecuación a un fin, y la irregularidad con la confusión intelectual o la incompetencia técnica. Las ciudades medievales refutan esta ilusión formalista. Con toda su variedad, encarnan un patrón universal; y sus desviaciones e irregularidades no sólo suelen ser sensatas, sino también sutiles, en su fusión de necesidad práctica e intuición estética

Nota:

La traducción del fragmento es mía aunque gracias a la excelente editorial «Pepitas de Calabaza» contamos con una cuidada edición en español de este estudio clásico.

Nota 2:

A los interesados en este tema, les sugiero que lean también las entradas «Orden«, «Monk y el reloj torcido» y «La idea«.