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La casa más estrecha del mundo

casa angosta 1Buscando un café en Uruapan antes de retomar la carretera de regreso al DF, fuimos a caer a «La Lucha» donde un joven cliente -¡que leía «Lo Bello y Lo Sublime» de Kant!- nos recomendó desde el fondo de la barra no abandonar el lugar sin visitar en la calle Carrillo Puerto una de sus principales atracciones turísticas: la casa más angosta del mundo.

Un desvarío que no es el resultado de un sofisticado ejercicio arquitectónico de ascetismo zen (como aquella inolvidable casa-escalera en la que un arquitecto japonés vivía acurrucado en los rellanos con su sufrida esposa e hijo*) ni una instalación artística habitable en torno a la idea de «arquitectura imposible» (como la que probablemente sea la casa realmente más estrecha del mundo que encargó el escritor Keret en Varsovia); sino que nace de la pura necesidad de una familia sin hogar a la que no quedaba otra opción que edificar la parcelita que habían comprado inicialmente como pequeño almacén para su negocio de venta ambulante.

A diferencia de otras aspirantes al trono, no es un trampantojo de fachada muy estrecha compensada por una planta que se va ampliando a medida que te adentras, sino una auténtica vivienda entre medianeras paralelas: una casa con cuatro plantas de 1.40 x 10.20 metros con un programa absolutamente convencional de chalet adosado, con su cocina, su salita, su comedor, su terraza, su tendero y sus dormitorios, sólo que comprimidos a un tercio de su anchura (y superficie) habitual.

Una locura autoconstruida por etapas -desde la base de hormigón a la caseta de madera que la corona-, que acabó desbordando los límites del exiguo solar tanto en altura (es la más alta del vecindario), como en ocupación (con ese zaguán ganado a la calle y fuera de alineación); y en la que los cuatro habitantes que la ocuparon permanentemente durante casi una década -indiferentes a las evidentes limitaciones del espacio y de ventilación (¡tiene una única fachada)- no renunciaron a acumular una alucinante colección de muebles, figuritas, teléfonos, televisores, fotografías, guitarras y piolines; por no hablar de la enternecedora decoración exterior (helicóptero sobre coche sobre tren, princesa decimonónica en maceta, celosía-bandera, desinhibidas gárgolas…).

Es difícil transmitir la claustrofóbica sensación que provoca desplazarse en fila india por su interior, esquivando el mobiliario y coordinando movimientos para no tropezar, evitando las cabezadas y caídas en las vertiginosas escaleras; y aún más difícil imaginar cómo la pareja y sus dos hijos adolescentes consiguieron obviar una realidad incompatible con su idea de lo que es una casa, e hicieron suyo durante tanto tiempo este delirante monumento a la tozudez humana y a su increíble capacidad de adaptación. casa angosta 2 Nota: *La imagen se me quedó grabada desde que la vi en la revista Quaderns nº 202 (número monográfico dedicado precisamente a la «estenosis»). Desgraciadamente -cosas de la emigración- está en un lejano trastero y no puedo consultarla. Si alguien puede decirme el nombre de la casa y el arquitecto (y/o escanear la imagen) para completar la entrada, se lo agradecería.

Nota 2 (19.05.2015): Gracias a la amabilidad de Ángel Rico, que acaba de enviarme la fotografía que tenía en mente, aquí pueden ver al arquitecto Takamitsu Azuma «disfrutando» de su obra junto a sus seres queridos:

TOWER_HOUSE