“Los organizadores de la ciudad antigua tenían algo que aprender de los nuevos gobernantes de nuestra sociedad. Los primeros hacinaban a su gente tras una muralla, bajo la vigilancia de guardias armados (…) Ese método ha quedado obsoleto. Con los actuales sistemas de comunicación masiva a distancia, el aislamiento disperso resulta una forma más efectiva de mantener a la población bajo control. Al inhibir el contacto personal y la asociación directa, todo el conocimiento y administración son monopolizados por agentes centrales y transmitidos por canales vigilados, demasiado costosos para ser utilizados por particulares o grupos pequeños. Para ejercer el derecho de expresión en una comunidad tan dispersa y disociada uno debe “comprar tiempo” en el aire o “comprar espacio” en la prensa. Cada ciudadano de Suburbia es prisionero de la misma separación que tanto apreciaba: se le alimenta por un conducto estrecho: una línea de teléfono, una frecuencia de radio, un circuito de televisión. Esto no es, desde luego, el fruto de una conspiración consciente de una astuta minoría. Es el resultado orgánico de una economía que sacrifica el desarrollo humano por el procesamiento mecánico”
Lewis Mumford. «La ciudad en la historia» (1961)