En contraste con el empacho de Dylan de hace unas semanas, llevo varios días disfrutando enormemente de la recién editada caja de la Velvet Underground que recoge sus conciertos en el club “The Matrix” de San Francisco.
Aunque la mayor parte de estas grabaciones ya habían aparecido en el mítico “1969: The Velvet Underground Live with Lou Reed”, en “The Quine Tapes” –las interesantes grabaciones piratas de Robert Quine – y entre los extras de la extravagante edición de lujo de su tercer álbum aparecida hace unos meses, ésta es la primera vez que se editan íntegramente sus cuatro actuaciones en el club con un excelente sonido extraído directamente de la mesa de mezclas que convierte este artefacto en la mejor representación de la banda en directo.
Varios temas se repiten (con variaciones a veces muy importantes) en cada uno de los conciertos pero, dado que los fans de esta banda somos obsesivos y escasea tanto el material en directo de calidad, nos habría disgustado que la discográfica hubiese hecho la criba por nosotros.
Más de cuatro horas de música maravillosa e intemporal -un narcótico “Waiting for the man”, un salvaje “Sister Ray” de más de media hora (a la que no le sobra ni un minuto), anticipos del entonces todavía inédito “Loaded”, un pausado «Sweet Jane» con bastantes versos nuevos, ¿la mejor versión de “What Goes On”?, esos fenomenales juegos de guitarras entre Reed y Morrison – confirman que esta banda era sobre todo una portentosa máquina de rock and roll moderno, hipnótico y alejado de clichés.
Una música vanguardista (tanto por su temática como por su renuncia a las tradicionales raíces negras del rock) que -con el paso del tiempo y de cientos de discípulos- está tan imbricada en el ADN del rock alternativo que se ha convertido, contra todo pronóstico, en tan clásica y canónica como Chuck Berry o los Rolling.
Ojalá aparezcan algún día grabaciones de esta calidad de la primera formación de la banda con John Cale y Nico.
Acabo de darme cuenta de que dos de las canciones que más me gustan de las carreras post Velvet Underground de John Cale y Lou Reed tratan sobre el miedo (y son terroríficas):
«Fear is a man’s best friend«- John Cale (1974)
Un cada vez más insistente y fuerte piano acompaña -de la placidez a la cacofonía- esta paranoica canción de Cale sobre el miedo, la vida y la muerte.
«Waves of Fear» – Lou Reed (1982)
La mejor canción del excelente LP «The Blue Mask» evoca a la perfección los pánicos nocturnos de un politoxicómano sólo en su habitación, ya sin alcohol ni pastillas, viendo extraños bultos por el suelo y sin atreverse siquiera a encender la luz. Alucinante guitarra del ex-Voidoid Robert Quine.
Nota:
Ambas dan para extensas y brillantes interpretaciones en directo. De la de Reed, merece la pena ver cómo la tocó en el desaparecido programa de RTVE «La Edad de Oro» (¿Por qué ya no se hacen programas así?)
La clásica pregunta de ¿Que disco te llevarías a una isla desierta? sirvió de excusa a Greil Marcus para pagar bien a sus amigotes por escribir un texto largo sobre el disco que les apeteciese. Como contaba entre sus amistades con la aristocracia de la crítica rock de la época (Lester Bangs, Nick Tosches, Ellen Willis, Robert Christgau…) le salió un libro (“Stranded. Rock and Roll for a Desert Island”) la mar de apañado con interesantes textos sobre los Ramones, Little Willie John, Captain Beefheart, los Five Royales o la Velvet (aunque no podía faltar el pringado de turno que prefirió llevarse a Jackson Browne o los Eagles).
En todo caso, lo más interesante del proyecto es que, como editor, decidió que, dado que las elecciones de cada participante eran algo totalmente personal, “alguien” tenía que velar por preservar la tradición y la historia para que si un marciano preguntaba qué era eso del rock and roll -algo perfectamente factible una vez la NASA había enviado una canción de Chuck Berry al espacio- pudiese encontrar una respuesta aproximada. Y, con su modestia habitual, lo hizo en forma de discografía comentada (por ejemplo, explica el debut de los Stooges como “el sonido del “airmobile” de Chuck Berry después de que unos manguis lo desguazasen”) en la que, entre los clásicos indiscutibles, coloca un montón de one-hit-wonders de los que es difícil tener noticia si no se es un obseso del du-duá/doo-wop, el soul, los girl groups, el surf ,el rockabilly u otros subgéneros pop.
Él mismo reconoce que para hacer algo así hoy en día, en la era de las reediciones masivas y las obsesivas recuperaciones del pasado, necesitaría como mínimo un libro entero; pero en 1979 tuvo la valentía de despachar el primer cuarto de siglo de historia del rock and roll en poco más de cuarenta páginas. Evidentemente faltan un montón de cosas y otras son discutibles, pero para lo que sirven estas listas es para descubrir joyas perdidas del pasado y, en ese sentido, a mi me ha servido a la perfección durante muchos años.
Aprovechando las ventajas de nuestra época, en la que casi todo está accesible, he recopilado una lista de Spotify (stranded ) con la mayoría de los singles-obviando vacas sagradas y alguna cosa simplemente inencontrable- que aparecen en su discografía.
Nota:
Años más tarde re-evaluó el proyecto, sugiriendo omisiones y, en definitiva, recomendando más música en este interesante cuestionario:
Meses después, ha aparecido un blog semi-oficial (lo lleva otra persona con su autorización) de escritos de Greil Marcus. Es muy recomendable (ver enlace en la columna de la derecha) y están elaborando su propia lista «Stranded» con nuevas adiciones cada semana: http://grooveshark.com/#!/playlist/Treasure+Island+Singles/98623651
Aunque algunas vacas sagradas habían tenido sus escarceos con el reggae (me vienen a la mente el “Mother and Child Reunion” de Paul Simon, alguna de Taj Mahal, el «D’yer Maker» de Led Zeppelin, o la versión del “Cherry Oh Baby” de los Stones), el infeccioso ritmo entró definitivamente en la música popular con la resaca del punk. Eran los tiempos del “Punky Reggae Party” de Marley, de la aparición del sello Two-Tone, de la fascinación skin por el rocksteady o de los Clash recurriendo a los servicios del demente Lee Scratch Perry.
Al final, el legado más importante del fenómeno punk fue el triunfo de la filosofía DIY (Do-It-Yourself/Hazlo-Tu-Mismo) gracias a la cual dejó de ser importante tener una gran destreza instrumental antes de lanzarse a tocar y componer. Empezaron a salir grupos de debajo de las piedras que gracias a su desparpajo consiguieron ampliar el rock en mil direcciones (ruido, electrónica, minimalismo, o incorporación de músicas negras como el funk o el reggae).
La lista de hoy recopila algunas canciones de esa época gloriosa inspiradas en el reggae.
“Redondo Beach”- Patti Smith (1976)
De su clásico debut “Horses”. Antes del inicio “oficial” de la era punk.
“Don’t ask me questions”- Graham Parker and the Rumour (1976)
Una de las grandes canciones del fantástico “Howlin’ Wind”.
“Watching the Detectives”- Elvis Costello (1977)
Su primer disco es otro clásico de la era y abarca desde el nihilismo -Easton Ellis tituló su controvertida novela “Less than Zero” con uno de los temas del album- al romanticismo de “Allison” pasando por este fenomenal reggae.
“Heaven”- Pere Ubu (1977)
Una de las bandas más innovadoras –y difíciles- de esa época también tuvo su momento reggae-pop.
“Egyptian Reggae”- Jonathan Richman & The Modern Lovers (1977)
El entrañable Richman empezó como fanático de la Velvet y acabó de juglar en “Algo pasa con Mary”, pero en el ínterin compuso unos cuantos clásicos, y arrasó en las listas (inglesas) con este maravilloso instrumental.
“So Lonely”- The Police (1978)
Tres instrumentistas de primera que, tras formarse como músicos jazz, consiguieron triunfar a nivel planetario con su particular pop de variadas influencias. El reggae era una de las más acusadas. Y ésta una de sus mejores canciones.
“Newtown”- The Slits (1979)
Y Paloma “Palmolive” Romero, tras escapar de Andalucia a Londres y participar en grabaciones tan míticas del punk femenino como el debut de las Raincoats o el “Cut” del que sale este corte, acabó en la costa este norteamericana como cristiana renacida (me quedé de piedra al enterarme por “Españoles en el mundo”).
“The Tide is High”- Blondie (1980)
También hubo los que tiraron por la via fácil y, en vez de construir algo nuevo, prefirieron versionar fielmente pasados éxitos jamaicanos (otros ejemplos serían el “Red, Red Wine” de UB40 o el “Everything I Own” de Boy George y compañia).
“Ghost Town”- The Specials (1981)
Aunque triunfaron con el desenfadado ska de sus dos primeros discos, tal vez su obra maestra sea el sombrío EP “Ghost Town” en el que la música se ralentiza y sirve de perfecta banda sonora para los años del thatcherismo más inhumano. El origen de esta canción esta en el «7 wonders of the world» de Prince Buster.
“Straight to Hell”- The Clash (1982)
Desde su arrollador debut –con su versión del “Police&Thieves”- al triple “Sandinista”, las referencias a la música jamaicana son constantes en la música de los Clash. Elijo ésta porque me parece de las más personales y porque es, junto al “My Way” de los Pistols, una de las que mejor evocan el final de esa era.
Con la excusa del cambio de estación, he seleccionado un puñado de canciones relacionadas con la esperanza que puede traer un nuevo día , un nuevo año o una nueva era. Ideal para los que sufran de astenia primaveral.
“A Brand New Day”- Van Morrison (1970)
El sol de la mañana trae la paz a nuestro gruñón bardo tras un pasado de dolor y sufrimiento.
“New Morning”- Bob Dylan (1970)
Un Dylan feliz celebrando las alegrías de la vida sencilla
“(The dawning of a) New Era”- The Specials (1979)
Una gran banda capaz de hacer desde excelentes versiones de clásicos jamaicanos hasta estupendos temas propios como éste (o el colosal “Ghost Town” que se convirtió en la banda sonora oficiosa de la cara oscura de la era Thatcher). Los pareados de esta historia de amor suburbano son dignos del “yo-sólo-vine-a-comprar-pan-y-me-enseñasteis-el-Corán” de Siniestro Total: “I met a girl from area six/She told me that she worked in a chicken factory”
“Year 1”- X (1981)
El mundo que evoca la letra es bastante sombrío y contrasta fuertemente con el entusiasmo con que se la ventilan en minuto y medio. (Las versiones que salen en youtube son horrendas. Puede escucharse en la lista de grooveshark o, mejor aún, comprando su excelente disco «Wild Gift»)
“Me sueltan mañana”- Ilegales (1982)
Las profundas meditaciones de un preso en su última noche en la cárcel anticipando la venganza y otros dulces placeres de la vida en libertad:
“ Saldré a la calle, respiraré libre, cerveza esperando, me subiré a los árboles… Cuando llegue mañana voy a sentirme bien pero sé de algún chivato que va a tener que correr”
“New Day Rising”- Hüsker Dü (1985)
Quizás la canción con la letra más sintética de la historia. Un mantra de tres palabras repetidas sin cesar sobre un fondo de sucias -e inolvidables- guitarras.
“A New Day”- Mary Margaret O’Hara (1988)
Queda para el final la canción que me dio la idea inicial para este “post”.
Nota:
Resultaron finalistas el “New Age” de Velvet Underground y el “Watch the Sunrise” de Big Star pero, finalmente, no me parecieron lo suficientemente alegres. El link de la lista en grooveshark (con esas dos bonus tracks pero sin la de van): http://grooveshark.com/#!/playlist/Amaneceres/84567234
En teoría, odio los discos piratas. Mi primer encontronazo con este subproducto de la cultura popular fue en el instituto, cuando era fan perdido de la Velvet. Ya me había agenciado todos sus discos oficiales así como los recopilatorios de rarezas “VU” y “Another View” (a esas edades tendemos a la obsesión y al completismo), cuando un día, en el escaparate de la desaparecida tienda compostelana de electrodomésticos Daviña, vi un enigmático cd de mis artistas de cabecera. Era muy caro para mis posibilidades de entonces pero su rareza y aura de clandestinidad me atraían poderosamente. Me acercaba regularmente a ver si seguía allí, hasta que conseguí reunir el dinero (3.000 pesetas) necesario para hacerme con el misterioso disco.
Corrí a casa y lo puse. Sonaba a mierda. Versiones horrendas, prácticamente inaudibles de canciones muy queridas para mí (te gusta el feedback, ¡toma dos tazas!). Furioso con el dispendio volví a la tienda y les eché la llorada diciéndoles que pensaba que era un recopilatorio oficial con algún defecto de fabricación ya que nadie en su sano juicio podría aguantar aquel desvarío cacofónico. Se apiadaron y me dieron un vale.
Desde entonces intento evitar tener roces con piratas (aún así, tengo el interesante “Live at Portland, Oregon” de Television y el bastante menos interesante “It´s too late to stop now” de Dream Syndicate). Durante muchos años conseguí mantenerlos alejados hasta que la lectura de “Stranded. Rock and roll for a Desert Island” e “Invisible Republic. Bob Dylan´s Basement Tapes”, ambos de Greil Marcus, pusieron muy arriba en mi lista de objetivos dos piratas de artistas que amo: Van Morrison y Bob Dylan. Se trataba de “Van the Man”, un lp de 1974, y “A Tree With Roots”, una caja de 4 cedés del 2001. Como son “caros de ver”, pasaron años antes de que los localizase a un precio asequible para mi maltrecha economía (24 euros uno, 29.95 el otro). Pero la espera mereció la pena.
Coincido con el profesor Marcus. Ninguna de las bootleg series oficiales del bardo de Minnesota (tal vez el segundo disco, el eléctrico, del “Live 66”) se acerca a “A Tree With Roots”, las célebres “Basement Tapes” al completo. Nunca estuvo Dylan tan relajado y juguetón, tocando versiones de todo tipo (“A fool such as I”,”Cool Water”, “The Banks of The Royal Canal”…), alterando a voluntad éxitos de su infancia (“See ya later Allen Ginsberg”, “Quit kicking my dog around”) o componiendo algunas de sus mejores canciones (“I shall be released”, “This Wheel´s on fire”, “I’m not there”, “Sign of the Cross”,“Apple suckling tree”,“Open the door, Homer”…). Evidentemente, hay de todo, pero es uno de los discos de Dylan que pongo con más frecuencia, que es lo que al final cuenta. Un hermoso caos.
Ya sabéis, es la famosa etapa, allá por 1967, a la vuelta de la controvertida primera gira eléctrica, en que Dylan tuvo el accidente de moto, se ocultó una buena temporada en el sótano de una casita rosa de Woodstock con sus compinches de The Band, y al acabar la estancia él sacó “John Wesley Harding” y ellos “Music from Big Pink”, además de parir entre ambos el primer pirata rock de la historia “The Great White Wonder” que recogía algunas de las grabaciones del subterráneo. ¡Poca broma!, como dicen en Cataluña.
Y respecto a “Van the Man” el célebre pirata de 1974- que recopila material en directo en el Fillmore West, outakes de “His Band and Street Choir” y rarezas grabadas en los estudios Pacific High- ningún fan del león de Belfast que se precie, debe perderse maravillas como el instrumental de 18 minutos “Caledonia Soul Music”, la excelente versión del “Just like a Woman” de Mr. Zimmermann, o la sentida interpretación del “Friday’s Child” de su primer e infravalorado grupo Them (para mí están al nivel de los Stones de esos años).
Moraleja: Las reglas auto-impuestas están para saltárselas y me alegro de no haber respetado la de nunca más comprar un pirata.
NOTA 1:
El libro de “Invisible Republic”, de 1998, también editado como “The Old, Weird, America” en 2011 está íntegramente dedicado a las Basement tapes, con lo que probablemente constituya el récord mundial de longitud de unas notas para un disco. Es recomendable, para los fans de Dylan, por el apéndice en el que comenta brevemente canción por canción cada una de las tomas de las “Basement Tapes” y, para los fans del folk americano, por la extensa discografía final comentada.
Existe una versión anterior (e inferior) de “A Tree With Roots” en 5 cedés llamada “The Genuine Basement Tapes”. Tiene un orden diferente, alguna canción menos y, sobre todo, un sonido bastante peor. De “A Tree With Roots” existen varias ediciones (ver la página monográfica sobre piratas de Dylan bobsboots.com). A no ser que seas fetichista, es relativamente fácil descargársela de torrents y blogosferas y bajarse las portadas en bobsboots.
NOTA 2:
El pirata “Van the Man” en vinilo es bastante difícil de conseguir, pero existen varias versiones en doble CD con partes del mismo material (“The inner mystique”, “Live at Pacific High, 1971”). La pieza más esquiva es “Caledonia Soul Music”, una obra maestra poco conocida:
NOTA 3:
Para los que estén interesados en la historia de las grabaciones piratas en la música rock, hay un interesante libro del prolífico Clinton Heylin llamado precisamente “The Great White Wonders. A History of Rock Bootlegs”