De camino al trabajo, mientras escuchaba una antología de éxitos de música country (el volumen correspondiente a 1961 de la fantástica serie «Dim Lights, Thick Smoke and Hillbilly Music«), di un respingo al reconocer una letra que me resultaba extrañamente familiar pero cuya melodía era nueva para mi. Miré el título en el ipod y vi que se trataba de la lacrimógena «I’ll Have Another Cup of Coffee (Then I’ll Go)» del semi-olvidado Claude Gray, en la que un hombre cuenta su última visita a esa casa familiar a la que ya no podrá volver tras el divorcio que está a punto de consumar. Trae la pasta que le ordenó el abogado y quiere pasar a besar a sus hijos mientras duermen y tomar una última taza de café «dulce y cálida» como el amor que sentía al abrazar a su (ex) esposa.
Tras descartar el «One More Cup of Coffee» de Bob Dylan, caí en la cuenta de que se trataba de la alegre tonada «One Cup Of Coffee» que cantaban unos bisoños Bob Marley y los Wailers a un ritmo mucho más acelerado que me había impedido hasta la fecha fijarme en su triste trasfondo.
Aunque son muy frecuentes las versiones jamaicanas de éxitos pop o soul norteamericanos, dice mucho de la falta de prejuicios musicales de Bob Marley que se animase a versionar este éxito country.