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…y todos llevaban sombrero

Crumb- That's what i call sweet musicCuando EMI le pidió al genial Robert Crumb que recopilara un disco con su música favorita, el resultado fue  “That’s what I call sweet music. American Dance Orchestras of the 1920s from R. Crumb’s 78 RPM Collection”, un precioso artefacto ilustrado, anotado y seleccionado por el artista a partir de discos de pizarra de su vastísima discoteca que recogía “…alegre música social de una civilización urbana ya desaparecida, un mundo perdido de humeantes fábricas y rechinantes tranvías- y todos llevaban sombrero!”

Por alguna extraña razón, este último comentario se me quedó grabado, y lo recordé al encontrar una curiosa explicación del origen del declive de la prenda en un breve texto de Adolf Loos escrito en respuesta a la consulta de un lector : ¿Un hombre sin sombrero?

“El primer hombre sin sombrero fue el atleta de las universidades americanas. Balompié fue el primer sport que se practicó sin sombrero. El consiguiente paseo (…) por parejas, por las calles de la pequeña ciudad universitaria, mostró por primera vez en la calle al hombre desprovisto de sombrero. Entonces todavía se pensaba en insolaciones y resfriados, y por ello los atletas americanos se dejaron crecer el cabello. Pero, como todos querían ser atletas, la carencia de sombrero fue pronto el signo de cualquier burgués académico de América.”

En 1908 la tendencia había saltado el charco –“la imagen callejera cerca de Leicester Square a la hora de cierre de los teatros causaba un raro efecto. Había miles de espectadores (…) en la calle (…). Todos sin sombrero.”– y allí estaba nuestro hombre para percibir el cambio mientras sucedía y detectar con su agudeza característica cómo el cetro de la elegancia pasaba del aristócrata al deportista.

sombreros_crowdEn sus escritos aparecen desde  pitilleras, polainas, smokings, fracs, trajes regionales, zapatos de cordones,  su sastre (que fue el primero en atreverse a encargarle una casa), pantalones cortos, pantalones largos, chalecos, monóculos o lentejuelas; a furibundas críticas a los “cools” de su época (Hoffman , Olbrich y compañía).

Y es que, aunque pasase a la historia como ese severo señor vienés que abolió el ornamento, Adolf Loos puede haber sido también uno de los primeros (anti-)fashion-bloggers.

Cien años después, muchas de sus reflexiones mantienen una sorprendente vigencia.

Nota:

Las citas de Adolf Loos están sacadas del texto “Respuestas a preguntas del público” de 1919 recogido en el muy recomendable “Escritos II. 1910/1932” (El Croquis Editorial, 1993). El volumen I es algo más farragoso.