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La venganza de los Mekons

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Aproveché que estaba de rodríguez para ver anoche «The Revenge of the Mekons«, el documental de Joe Angio dedicado a celebrar los 40 años de vida de este genial colectivo musical.

Salidos de las escuelas de arte de Leeds, empezaron en 1977 como punks de primera hornada compartiendo escenarios (e instrumentos) con sus paisanos Gang of Four.Llamaron la atención de John Peel con sus primeros singles, ficharon por Virgin al poco tiempo de formarse, fueron cabeza de cartel en uno de los primeros bolos de U2 (que -según cuentan- ya entonces se tomaban rídiculamente en serio a sí mismos y hacían aspavientos de rock de estadio en el escenario),  adelantaron a los Clash por la izquierda (su «Never Been in a Riot» era una crítica al «White Riot» que en tantos lugares de Inglaterra se interpretaba -erróneamente- como un cántico a la supremacía blanca) y participaron activamente en las huelgas mineras del thatcherismo.

Hasta ahí -y resumida tan burdamente- una trayectoria relativamente normal. Pero en las 4 décadas transcurridas desde entonces -sin un sólo éxito y con ventas que muy rara vez superan los 4 dígitos- han grabado más de 20 discos y han entrado y salido del grupo decenas de músicos (incluido el olvidado fundador de los Rolling Stones y los Pretty Things, Dick Taylor;  o el genial baterista Stephen Goulding, que tocó en los primeros discos de Graham Parker & The Rumour -y en el «Watching the Detectives» de Costello) y durante todo ese tiempo fueron madurando sin perder su esencia ni desfallecer nunca ante la adversidad.

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Tras la primera etapa punk fueron despedidos sin miramientos por Virgin,  pasaron un par de años en barbecho y empezó «la maldición de los Mekons» (de la que se reirían años después en su álbum homónimo). Luego, descubrieron el folk inglés y, sobre todo, a su primo bastardo norteamericano, el country/honky-tonk (que reinventaron como eso que algunos llaman alt-country);  y empezaron una nueva etapa en la que grabaron discos colosales («Fear and Whiskey«, «The Edge of The World«), y hasta ficharon por una multinacional e intentaron -sin éxito- un asalto a las listas con el excelente «Rock and Roll» (llegaron a hacer un video-clip para «Memphis, Egypt»). Parecía que su suerte podía por fin cambiar.

Pero la banda nunca generó suficientes ingresos y todos sus miembros subsiten gracias a otros trabajos (algunos de ellos relacionados con el mundillo artístico, otros «haciendo cosas que podría hacer un robot«). Viven esparcidos por el globo -de Los Ángeles  a Siberia- pero de vez en cuando se reúnen para hacer un disco,  alguna performance (que puede ser «de postín» con su fan Vito Acconci en una galería, o «cutre-hasta-decir- basta» disfrazados de piratas acompañando a una ignota cantautora de shanties en lo que parece una función escolar); o se lanzan a una de esas giras de conciertos por diminutos clubes medio vacíos como el que tuve la suerte de ver en el 2008 en el sótano del Apollo de Barcelona (uno de los conciertos de mi vida, menos de 50 asistentes).

El documental los sigue por todo el mundo durante 2011, mientras trabajaban en el disco «Ancient & Modern»,  y por él van pasando antiguos miembros, fans (Jonathan Frazen,  Will Oldham), colegas (Hugo Burnham) y críticos (Greil Marcus, Luc Santé) que intentan explicar la magia de esta gente increíblemente «normal» pero capaz de hacer cosas tan extraordinarias.

Aunque sea difícil explicar qué los hace tan especiales,  el escritor Jonathan Frazen se acerca bastante en una de sus contribuciones al documental: «They teach you how to be gracious and amusing losers». Esta panda de canosos y borrachuzos izquierdistas consigue, efectivamente, convertir el fracaso, la desolación y la rabia por lo injusto que es el mundo en una alegre celebración de algunos de los mejores valores del ser humano -la amistad, la fiesta, el humor, la resistencia y la camaradería-.

Si pasan por su ciudad, no se los pierdan.

Dos shanties

 

«Mientras todos escuchaban a Cream, yo escuchaba a A.L.Lloyd y Ewan MacColl. Eran dos tíos viejos que grababan juntos intentando replicar la instrumentación original de los «shanties» marineros…Algunas letras eran totalmente increíbles…Le presté el LP a Beefheart y probablemente aún lo tenga«- Frank Zappa

Los shanties (o chanteys) eran las canciones de trabajo de los hombres de mar antes de que, a finales del siglo XIX, la invención de las máquinas de vapor eliminase los trabajos (arriar velas, levar el ancla) a los que acompañaban. Como casi todas las canciones de trabajo, tiene una estructura de «call and response», con una voz cantante enunciando una frase que el resto del grupo repite.

 

Los investigadores han recopilado centenas de ellas, y existen varios discos que intentan recuperar el sonido de aquellas canciones, como el excelente «Blow Boys Blow» al que se refería Zappa en la cita que abre esta entrada, interpretado por Ewan MacColl y A. LL. Lloyd, editado por primera vez en 1957 , y reeditado en numerosas ocasiones desde entonces (yo encontré mi copia hace un porrón de años a 500 pesetas en los cajones de saldos del Castelló de Nou de la Rambla).

Mi favorita del disco es la inmortal «South Australia«, himno oficioso de los marineros que transportaban lana entre Australia y Londres, que solían cantarla como canción de despedida en el momento de levar anclas. Una canción mil veces versionada (Clancy Brothers, Pogues, los Dubliners en el CaixaFórum de Passeig Sant Joan) que MacColl y Lloyd aprendieron de un tal Ted Howard, de Barry, que les contó como estando embarcado, un viejo marinero los reunió en su lecho de muerte y les dijo: «La estoy palmando. Cantad «South Australia» y dejadme ir contento«.

….y, aunque es una forma musical arcaica, de vez en cuando alguien se anima a recuperarla, como hicieron mis adorados Mekons en «Shanty«, cuyas últimas líneas titulaban uno de sus mejores discos (desgraciadamente no está en YouTube la versión de estudio, y ésta en directo no acaba de hacerle justicia)

With a Yo and a Ho and there’s one thing I know
We’re not in the same boat at all
With a Yo and a Ho and the wind starts to blow
As we float off the edge of the world

“Kill all your darlings”

…es el consejo de Faulkner para aspirantes a escritor y la cita que Luc Sante eligió para titular su deslumbrante colección de ensayos del período 1990-2005 sobre temas que van desde el fumar o la desaparición del Nueva York bohemio de yonquerío y alquileres baratos a los Mekons, Victor Hugo, Rimbaud, Mapplethorpe, sus paisanos Tintin y Magritte, o los orígenes del blues.

Luc Sante_Kill All Your DarlingsSante  puede argumentar  convincentemente –en contra de todas las teorías comúnmente aceptadas- que el blues fue inventado por una persona concreta en un momento concreto. O que la estética del fotógrafo Walker Evans se basa en ver el presente como futuro pasado. O analizar los significados de los diferentes modos de sostener un cigarrillo (pulgar-índice vs. corazón-índice). O rastrear el cambio de significados de la palabra “funk” desde un pedo en un concierto de Buddy Bolden en el Back o’ Town de Nueva Orleans en 1902 hasta el hip-hop más contemporáneo. O proponer- a partir de su infernal experiencia laboral en una fábrica de objetos de plástico- una nueva forma de distribución salarial en la que los mineros del carbón viajarían en jet privado a sus trabajos. O  persuadir al lector de que Hergé – más que su Rembrandt, Leonardo o Cezanne- es el Euclides del cómic.

Sea cual sea el tema, Sante tiene una visión original que aportar y, lo que es más raro e importante, una “voz” que prende.

Nota:

Existe versión española (“Mata a tus ídolos”, Libros del KO.2011)

Cubanos postizos

Aunque por esas cosas de la crisis ya no vamos tan a menudo a conciertos como antaño, esta vez la cita era  inexcusable (como Randy Newman en Badalona o los Mekons en los caprichos del Apolo). Tocaba Marc Ribot con sus Cubanos Postizos en el pequeño local del Centro Tradicionarius de Gracia y, como además de ser toda una leyenda como mercenario de las seis cuerdas (el Rain Dogs de Tom Waits no sería lo mismo sin él) me gustan mucho los dos discos de esta formación, la tentación era irresistible.

Y no defraudó las expectativas. Acompañado por Anthony Coleman al órgano Farfisa, Brad Jones al bajo, EJ Rodríguez a la batería y Horacio “El Negro” Fernández a los cueros consiguieron crear  magia: una música bailable y libre a la vez, con ritmos irresistibles que anclaban las maravillosas improvisaciones de la guitarra y el órgano. Una auténtica fiesta basada en las composiciones del gran Arsenio Rodríguez (No me llores más, La vida es sueño, Dame un cachito pa güelé…) en la que pasaban sin solución de continuidad de pasajes tranquilos con el público mudo para no perder detalle hasta salvajes improvisaciones en los que la excitación ponía a la audiencia a bailar y aullar.

El sonido empezó siendo catastrófico pero fue mejorando-gracias a las constantes señas de Ribot a los técnicos-a medida que avanzaba la noche. Me llamó la atención lo anecdóticas que eran las partes vocales (en el español macarrónico de Ribot o en los coros de su base rítmica) y como la música se bastaba y sobraba.

Un concierto redondo, con bises y todo, en el que sólo eché de menos “Carmela dame la llave” ( …no quiero pasar otra noche solito en la calle…):

Nota: Además de no perdérselo si pasa por vuestra ciudad (mañana en Donostia, mismamente), si os gusta esta música libre, pero de raíz latina, recomiendo los dos excelentes discos de los Latin Playboys. Y aunque, al ser una gran orquesta,  los arreglos y sonidos son muy diferentes, nunca está de más tener a mano algún disco de “el ciego maravilloso” Arsenio Rodríguez (“Montuneando”  o “Dundunbanza” , por ejemplo)