Un alféizar urbano

Urbanismo defensivo, arquitectura hostil, diseño excluyente son para los seres humanos lo que esos afilados pinchos que vemos en algunas cornisas son para las palomas. Ambos buscan expulsarte para que no “ensucies” y -sobre todo- no reduzcas el valor de mercado de los inmuebles.

Estos perversos elementos de diseño definen la relación entre el edificio y la calle, entre lo privado y lo público. Lo que podría ser (y ha sido en tantas ciudades durante milenios) una frontera permeable, activa, y viviente, con espacios de transición ricos, capaces de soportar usos diferentes se reduce a su mínima función: separar lo público de lo privado.

La calle es ya sólo para aquellos que pueden pagarla, bien como propietarios de un inmueble, bien como usuarios de la terraza de un local.

Por eso reconforta encontrar edificios banales pero que -en su modestia- contribuyen considerablemente a activar el espacio público, como esta escuela de la Ribera de San Cosme que permite a la gente esperar la llegada de su transporte cómodamente apoyados en el larguísimo alféizar de sus ventanas de planta baja.

2 comentarios en “Un alféizar urbano

  1. Un análisis muy acertado que podemos aplicar a esa línea de trabajo anticiudadana que muchas instituciones municipales llevan a cabo, cuando quitan los bancos y las sombras de arboleda de las calles para obligarnos a usar -y consumir en- las mesas privadas de las terrazas con sus toldos y aspersores. A eso le llaman libertad.
    Todo muy bien explicado y ampliado al detalle en: https://www.youtube.com/watch?v=KL7XFMQXrR4

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