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Blues ¿de verdad?

Really the Blues_Allen Lowe

Llevo unas semanas explorando “Really the blues?”, el (pen-)último ensayo musicado de Allen Lowe, uno de mis mayores héroes culturales. Primero fue “American Pop from Minstrel to Mojo. An audio history”, una fascinate colección de 9 cds que conseguía transmitir a la perfección el mosaico musical previo al nacimiento del rock and roll y que, más de una década después, sigue siendo una de mis más preciadas posesiones. Luego vino el excelente “That Devilin’ Tune”, su personal visión de la historia del jazz en 36 volúmenes. Y ahora, el blues.

Lowe, que además de una enciclopedia con patas es un reconocidísimo saxofonista, tiene lo que hay que tener para llevar a buen puerto proyectos tan ambiciosos sin aburrir a las culebras: unas orejas privilegiadas. Metes cualquiera de los 36 cds en el reproductor y, si lo escuchas despreocupadamente, es como si hubieses sintonizado la mejor emisora de música añeja del mundo. Vacas sagradas indiscutibles se mezclan sin solución de continuidad con “one-hit-wonders”, predicadores rurales, sofisticados músicos de jazz, hilbillies borrachos, jug-bands de diverso pelaje, western-swingers, fragmentos de compositores “clásicos” como Copeland, Ives o Partch, beatnicks, rockeros salvajes como Link Wray o los Wailers, coros gospel, cantautores folk y hasta ¡una orquesta rusa de la era estalinista!.

Si, en cambio, aprovechas para ir leyendo el estupendo libro con las anotaciones para cada selección, verás que el mítico “Cocaine Blues” de Johnny Cash lo compuso un tal Roy Hogsed, que el “All is loneliness” de Janis es obra del mítico beatnick Moondog, que Django Reinhardt también tocaba el blues como los ángeles, que el té tejano es marihuana, que en 1931 se hacían canciones celebrando el orgasmo simultáneo, que es una injusticia que el blues de Decca no sea tan celebrado como el de Bluebird o que Peggy Lee, Mae West y Guy Lombardo también merecen un pequeño hueco en su personal visión del blues.

Y es que, como en sus anteriores proyectos, uno de los principales objetivos de Lowe es arrancar el blues  de las garras de los apóstoles de la autenticidad que sólo se interesan por el color o situación social del artista para valorar su música (este proyecto en concreto surgió de un encontronazo con uno de esos apóstoles: Wynton Marsalis ). Para Lowe, el blues es desde sus orígenes algo multiforme, mestizo y transversal que puedes encontrar en los lugares más inesperados -tiznando una pieza de jazz, agazapado en algún éxito pop o impregnando algún lamento country-.

Veamos, por ejemplo,  su anotación del alucinante pregón de la vendedora Edna Thomas: “Las notas de la re-edición en cd que incluye “Street Cries of New Orleans” de Edna Thomas (1925) advierten de que la cantante, pese a ser blanca, está incluida a regañadientes en esa colección porque testigos negros acreditan la “autenticidad” de la interpretación. Mi más profundo agradecimiento a esa policía de lo auténtico; celebro que pasase el examen porque sino jamás habría encontrado esto. La gran claridad y sabiduría de su interpretación evoca otro mundo en el que el blues se entremezclaba con las necesidades prácticas de blancos y negros empobrecidos por raza o circunstancias vitales. Tal vez sea aquí donde el alma del hombre (y la mujer) nunca muere, en el grito espiritual de la necesidad: Por favor compra lo que vendo.

Por favor, comprad también lo que Lowe vende. Debido al hundimiento de la industria cultural, las ediciones de sus proyectos son cada vez más precarias. De la caja modesta pero más que decente del “American Pop from Minstrel to Mojo” pasamos a las mucho más cutres de “That Devilin’ Tune” y, finalmente a este “Really the Blues?” del que sólo consiguió editar comercialmente el primer volumen. Para conseguir los demás (o el lote completo), no queda otra que escribir un correo al señor Lowe para que, bajo pedido, te “tueste” los cedés que desees a precio prácticamente de coste. Que proyectos tan ambiciosos se lleven a cabo sin ningún apoyo institucional y apenas tengan difusión es un triste reflejo de los oscuros tiempos que vivimos.

 

Bo Diddley Beat

Bo Diddley-

Bo Diddley, pese a ser uno de los gigantes de la música negra del siglo XX, fenomenal guitarrista y cantante, compositor de un cancionero a la altura del de Leiber y Stoller o el de Chuck Berry y principal responsable –junto a James Brown- de la recuperación del énfasis rítmico característico de la música negra  en la música pop, suele ser recordado únicamente como el creador del ritmo “Bo Diddley”. Sus contribuciones son mucho mayores*, pero incluso esa única “invención” debería bastar para asegurarle la inmortalidad.

Bo Diddley- “Bo Diddley” (1955)

Fantástico video de época con Bo y Jerome interpretando el tema que fue la cara A de su primer single (en la B estaba el inmmortal “I’m a man” que luego se apropió Muddy Waters).

“Calling all Cows”- The Blues Rockers (1955)

Frente a las habituales lecturas alegres del ritmo, vale la pena recuperar esta hipnótica canción de los olvidados Blues Rockers que tiene un regusto triste y perezoso que la hace muy especial. En el excelente recopilatorio “Southern Rhythm Rock. The Best of Excello Records vol. 2” la definen como “Bo Diddley atiborrado de calmantes”.

“Not Fade Away”- Buddy Holly (1957)

Tras versionar “Bo Diddley”, Buddy Holly consideró que dominaba los secretos de ese ritmo lo suficiente como para componer uno de sus grandes éxitos a partir de él.

 “Willie and The Hand Jive”- Johnny Otis (1958)

El multifacético John Alexander Veliotes lo utilizó como base para su mayor éxito, y repitió el truco ese mismo año con el estimable “Crazy Country Hop”.

“Storm Warning”- Mac Rebennack (1957)

Aviso de tormenta. Un amenazador instrumental de un bisoño Mac Rebennack – antes de construir su personaje  de Dr. John – demostrando que se defiende igual de bien a la guitarra que al piano. Le acompaña la flor y nata de la escena musical de Nueva Orelans de la época (Allen Toussaint, Lee Allen, Red Tyler…)

“(Marie’s the Name) His latest Flame- Elvis Presley (1961)

Camuflado de pop –como haría muchos años después George Michael con su “Faith”- aquí tenemos de nuevo el ubicuo ritmo.

“You Can’t Judge A Book By The Cover”- Bo Diddley (1962)

Una de mis favoritas del cancionero de Ellas McDaniel.

“Mona (I Need You Baby)”- The Rolling Stones (1964)

Y los maestros en adaptar la música negra para la juventud blanca no podían tardar en versionar a Bo (con el mismo ritmo, también hicieron el “Not Fade Away” de Buddy Holly). La incluyeron en su primer lp en Inglaterra.

“Mystic Eyes”-Them (1965)

Uno de los clásicos por excelencia de la infravalorada primera banda de Van Morrison. Posiblemente su más salvaje grabación.

“I Want Candy”- The Strangeloves (1965) 

El ritmo también sirvió como base de este pequeño clásico de la música garajera.

“Magic Bus”- The Who (1968)

Los Who tomaron el ritmo y actualizaron su mensaje a la era psicodélica.

“Hateful”- The Clash (1979)

Aunque no sea evidente, tanto esta canción como “Rudie Can’t Fail” están basadas en el ritmo del abuelo Bo.

“How Soon Is Now”- The Simths (1984)

Y hasta un grupo tan inmune a los encantos de la música negra como los Smiths, recurrió al ritmo de marras en este tema, muy apreciado por sus fans.

“Hare Krsna”- Husker Du  (1986)

En su ambicioso primer disco doble cabía todo, incluso una particular revisión del ritmo de Bo Diddley, oculta tras su característico manto de ruido guitarrero.

 “Desire”- U2 (1988)

U2 en pleno trip de fascinación por la América profunda.

“Screwdriver”- The White Stripes (1999)

La antepenúltima apropiación de un ritmo que, a estas alturas, ya debería ser patrimonio inmaterial de la humanidad.

Nota:

Lista completa en grooveshark: http://grooveshark.com/#!/playlist/Bo+Diddley+Beat/91340030

y en spotify: bo diddley beat

* Para una refutación completa del mito de que era hombre de una sola idea, nada mejor que escuchar de cabo a rabo y sin prejuicios la maravillosa “Chess Box” de Diddley y leer el fantástico ensayo de Robert Palmer (el crítico, no aquel romanticón pelma que contribuyó a amargarnos los 80) que la acompaña y en el que repasa la historia de este conjunto de ritmos desde África hasta la guitarra de Diddley y las maracas de Jerome (pasando por la habanera y los instrumentos de una sola cuerda-diddley bows!- de las plantaciones). El ensayo también aparece en “Blues & Chaos” (Scribner, 2009), la excelente recopilación de escritos de Palmer, que junto a sus clásicos “Deep Blues” y “Rock and Roll. An Unruly History” no debería faltar en ninguna biblioteca rockera que se precie.