La idea

CONCEPTO_foa virtual house

“Mi arquitectura tiene tantos flujos como la de Zaera, lo que pasa es que hoy hay un tipo de edificios que busca reconocerse con la idea de flujo … Si además hay un enunciado previo teórico que habla de los flujos, éste parece legitimar esas formas y se convierte en una explicación supuestamente coherente de algo en realidad caprichoso”  Victor López Cotelo. Entrevista en “El Pais” 12/07/2003

En la escuela, al arrancar un proyecto lo crucial era tener “la idea”. Es decir, un “concepto” fuerte que guiase su desarrollo, y en esos momentos de duda que inevitablemente surgen, nos permitiese optar siempre por la solución mas “coherente” con esa “idea” previa, aquella que más potenciase su legibilidad o visibilidad en el resultado final.

Por poner un ejemplo que estuvo bastante de moda, si la idea era “el flujo”-monumentalizar la circulación hasta convertirla en el argumento central del proyecto-, la propia forma del edificio debía ser la expresión de ese movimiento, sus suelos y paredes del mismo material la expresión de la continuidad espacial- y hasta el encuentro entre ellos debía evitar esas aristas vivas que marcarían una separación clara optando en su lugar por ligarlas con superficies curvas (con “fillets” en vez “chamfers”, por decirlo en lenguaje CAD). No es-como señaló López Cotelo al comentar la obra de Zaera, principal inspirador de estas “ideas”- que sus edificios (y los de sus imitadores) tengan más flujos que los de los demás, sino que convierten la expresión de ese aspecto particular en el principal argumento proyectual. Lo que podría ser un esquema de partida para la organización de la circulación por su interior, se convierte en un edificio-suprimiendo o callando todas las otras variables a las que una construcción debería dar respuesta. Es una metonimia arquitectónica en la que se toma una parte del edificio para representar un todo.

Aunque la monumentalización del flujo es un ejemplo extremo por la ruptura formal que produce (la idea puede otras veces ser dos bloques de escollera –el Kursaal de Moneo-, el pixelado de una foto de Marylin- el proyecto de Herzog y de Meuron en Tenerife, o “la ola solidificada” de Grimshaw en A Coruña), todas las aproximaciones al proyecto que parten de un a priori formal, son las propias de lo que Pallasmaa llama “la arquitectura del ojo”, a la que opone la obra de Aalto que -en vez de someter sus edificios a una única idea formal totalizadora- los enfoca como “aglomeraciones sensoriales”*.

Una arquitectura basada en el “realismo sensorial”, que “dibujada puede parecer torpe” porque está concebida para ser apreciada al encontrársela física y espacialmente “de cuerpo presente”, en el mundo real y no como la construcción de una imagen previa que vuelve artificial e inerte el resultado.

La idea del edificio como “aglomeración sensorial” me parece muy sugerente, por su renuncia a la búsqueda de la unidad, porque vuelve a poner al ser humano y sus sensaciones en el centro y porque ese proceder por agregación de episodios es el característico de la mejor arquitectura sin arquitectos (y de su reformulación como lenguaje de “patrones” que llevó a cabo Christopher Alexander y su equipo de investigadores).

 

*Juhani Pallasmaa. “The eyes of the skin” (Wiley-Academy, 2005):“Instead of the disembodied Cartesian idealism of the architecture of the eye, Aalto´s architecture is based on sensory realism. His buildings are not based on a single dominant concept or gestalt; rather, they are sensory agglomerations”

 

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