Nos decían que la belleza era el resplandor de la verdad. Que un edificio no podía parecer algo que no era. Que un material jamás debía imitar otro. Que la arquitectura, para ser moderna, debía ser, ante todo, “sincera”.
Y sin embargo:
“Le diré un secreto: la piscina (de la casa Gilardi) tiene un muro o columna rosa que no sostiene nada. Es una pieza de color situada en el agua –por placer– para traer luz al espacio y mejorar su proporción general”. Luís Barragán. (Entrevista con Marie-Pierre Toll. 1981. Escritos y conversaciones. Ed. El Croquis, 2000.)