Ha muerto Ornette Coleman, un músico fuera de serie. Cacofónico o melódico, eléctrico o acústico, en cuarteto o con su Prime Time, su singular concepción musical me marcó desde aquel día hace ya 20 años en que por primera vez bailó salvajemente en mi cabeza.
Esto pasó en 2009, última visita de Coleman a la Argentina:
Eran las 19 hs del miércoles y Ornette no estaba en ningún lugar. Al principio, su hijo Denardo explicó que su padre solía salir a caminar sin rumbo. Pero eso jamás le llevaba más de dos horas. Llamaron a la Policía Federal y hasta al ministro Aníbal Fernández. Pasó la noche y la leyenda del jazz, no aparecía. Entonces, dieron parte a la Embajada de los EE. UU.
A las 11 de la mañana del jueves llamaron de una comisaría del Benavìdez, a 50 km de la capital federal. Ornette había tomado el tren y había llegado hasta Benavídez. Allí fue encontrado por unas personas que, como no entendían su inglés, llamaron a la Policía. Coleman pasó la noche en la comisaría, junto a los policías que no sabían quién era él, que le convidaron guisito de arroz y hasta dos vasos de vino y que sólo descubrieron (gracias a Google) que se trataba de un músico conocido cuando una profesora de inglés de la zona los ayudó a entenderse con el demorado e ilustre señor.
Después de semejante aventura, él fue al hotel, se cambió, subió al escenario y deleitó a todos con lo que mejor sabe hacer: tocar el saxo.
Gracias por compartir la jugosa anécdota, Tony. Envidio que tuvieses ocasión de verlo en directo….a mí nunca me coincidió.
De nada! No fui al concierto, pero la anécdota lo pinta de cuerpo entero