
Los ingenieros llaman «playa de vías» a la plataforma de maniobras de las estaciones en la que los trenes pueden esperar el empalme con otras locomotoras, cambiar de dirección o ser desviados a un área de mantenimiento.
Este poético nombre me parece especialmente apropiado en el caso de la madrileña estación de Atocha ya que -tras tantos años de vivir en Barcelona- tiendo inconscientemente a pensar que cuando una gran avenida desciende con una pendiente suave pero constante, lo hace para encontrarse con ese mar que busco en vano al bajar por el Paseo del Prado.