En la iglesia de Santa Rosa de Viterbo (Querétaro), Jesús y sus doce apóstoles -esculpidos a escala natural y vestidos con coloristas túnicas- se sientan en la penumbra de un banco corrido adosado a la fachada sur de la sacristía, formando una de las más sorprendentes representaciones de la última cena que haya visto.
No comparten mesa -como suelen hacer cuando se juntan (aunque, como en toda «Última Cena» que se precie, San Juan intente a toda costa apoyar su cabeza en el pecho de Jesús de ese modo artificioso que tanto incomodaba a Bernard Rudofsky).
Sin podio que los separe ni cambio de escala que los magnifique, estos trece hombres tristes y preocupados, que alguien talló en madera hace ya tres siglos, te miran como a un igual, con una intimidad emocionantemente moderna.
Que bonita!