Colaboración con AXYZ y Prompt Collective aportando los textos que sirven de inspiración para una serie de videos sobre temas de arquitectura. El primero de los textos debía tratar sobre «la escala».
NIVELES DE ESCALA
Aunque los arquitectos justifiquen sus creaciones alegando que tienen “escala humana” la realidad es que los mejores edificios funcionan a varias escalas, todas ellas perceptibles por nuestros sentidos. Todas ellas humanas.
A escala territorial, el edificio puede ser un hito que ayude a la gente a orientarse en el espacio -y, a veces, en el tiempo- como ocurría antaño con los campanarios que destacaban sobre el perfil de una ciudad y cuyas campanadas pautaban la vida de la comarca.
A escala urbana, contribuye a conformar el espacio en el que se inserta, como uno más en una humilde calle corredor (alineándose con sus vecinos en un gesto de urbanidad) o como protagonista de algún importante espacio de convivencia cívica (abrazando una plaza o rematando visualmente un bulevar).
A escala peatonal, sus proporciones y el juego con la dimensión de algunos elementos respecto al conjunto -puertas, ventanas, cornisas, basamentos- pueden alterar completamente nuestra percepción de su tamaño real y provocar esa reacción tan típica cuando finalmente conocemos físicamente un edificio tras haberlo visto únicamente a través de fotografías: ¡Me lo imaginaba más grande! (o, menos frecuentemente, ¡Me lo imaginaba más pequeño! cuando por ejemplo se agrupan los pisos de dos en dos provocando que el tamaño del edificio parezca la mitad de lo que es).
Si continuamos descendiendo en la escala de percepción, los elementos pueden a su vez tener una configuración o “textura” que nos obligue de nuevo a ponderar el tamaño real de lo que vemos (como los paneles que dividen una puerta, el tamaño relativo de un tirador o cerradura, o ciertos muebles ligeramente mayores o menores de lo normal).
El nivel más íntimo de escala es el que se aprecia mediante el tacto al pasar la mano por la moldura o almohadillado de un basamento, por la junta en el encuentro entre dos materiales, por un pasamanos, por el bocel de un peldaño ya bruñido por el uso de generaciones, o por un revoco especialmente rugoso, descubriendo con asombro que la información que recibimos al tocarlo contradice nuestras expectativas cuando nos aproximamos a él. A veces, sólo el tacto –“los ojos de la piel”- nos da la medida real de algo.
Desgraciadamente, el trabajo con los diferentes niveles de escala es un arte en desaparición debido a una tendencia a la abstracción formal que nació hace más de un siglo en la era de las vanguardias -prohibiendo todo lo que pudiese oler lejanamente a ornamento- y que se acentuó en un mundo contemporáneo en el que el imperio de lo visual provoca que se valoren más los edificios reducibles a un diagrama o meme (y en el que el mayor éxito de un edificio es parecer su render) que aquellos otros que buscan enriquecer la experiencia sensorial atendiendo las diferentes escalas de interacción entre el ser humano y la arquitectura.
Un texto muy ameno y revelador.
Gracias Luis. En total son seis y estoy bastante satisfecho con lo que está saliendo. El siguiente es sobre «luz cenital».
Muchas gracias, iago.
Muy bien rematado con el último párrafo.
Gracias a vosotros por leerme. Saludos
Las escalas que manejas se centran el el humano individual, pero hay construcciones ( aeropuertos, iglesias, hospitales…) que atienden al humano grupal ( viajeros, fieles, enfermos) y necesariamente la arquitectura debe plantearse y de hecho se plantea la escala grupal, no crees?
Gracias por comentar, Javier. En mi opinión, el tema de la escala es fundamentalmente una cuestión de percepción -que es siempre algo individual- por lo que no acabo de ver claro que pueda tener un carácter grupal.
Gracias Iago y enhorabuena! La interacción seres humanos y arquitectura es fascinante. Siempre aprendemos mucho en este blog.
Muchas gracias por comentar, Marilar!