Recuerdo un día de mi infancia en que acompañaba a mi madre en la cocina mientras freía unas croquetas y le pedí que me dejase intentar hacer una con la fatua esperanza de que me saliese perfecta. Me dijo que si hacía una sola, el aceite estaría demasiado caliente y se quemaría, o demasiado frío y saldría aceitosa. La croqueta perfecta, de existir, sería alguna de una tanda normal en la que se darían las condiciones idóneas-e imposibles de replicar a voluntad- de composición, forma, temperatura y atención por parte del cocinero.
El principio me parece aplicable a cualquier actividad creativa en la que la excelencia, si aparece, es en algún punto impredecible de una serie de trabajos hechos lo mejor posible.
Me reafirmo, eres un crak.
Lucidida reflexión.
Gracias A! Me alegra que lo encuentres interesante (la verdad, también entendería que te pareciese una chorrada)
Una chorrada estupenda…dentro de una tanda normal y riquísima de chorradas en forma de blog 😉
EnhOrAbuenA 🙂
Muchas gracias, m0ete! Se agradecen los ánimos para seguir pariendo chorradas periódicas.
Cuantas enseñanzas vienen de las mesas y sobremesas de nuestra infancia!!
Iago, redondo!
Obrigado, curmán!
Y en las sabias palabras de nuestra madres…
ñam!