Aturdido por el sueño y por los ruidos propios del metro -el motor, el abrir y cerrar de puertas, la procesión de vociferantes vendedores ambulantes- tardé en darme cuenta de que la habitual cadencia de subida y bajada de pasajeros se ve a veces alterada -en la parada de «Chabacano»- por una auténtica tromba que irrumpe por las puertas de la izquierda y-en un suspiro- atraviesa transversalmente el vagón y sale por las de la derecha.
No entendía a qué respondía ese extraño comportamiento, hasta que caí en la cuenta de que utilizan el metro como puente de conexión entre el andén central y el lateral, evitando bajar a un túnel, cruzar por debajo de la vía y volver a subir para conectar con otra línea.
Nunca dejará de asombrarme el ingenio humano y su capacidad de explotar el más mínimo resquicio de cualquier sistema en beneficio propio.
Curioso, nunca he visto nada igual¿Tú crees que en el metro de Tokio o de Estocolmo actuarán de la misma manera?
Lo dudo. Me parece un comportamiento muy latino.
lóxica aplastante 🙂