De Azúa, Colau y la RAE

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Por muy criticables y desagradables que resulten las rudas declaraciones de Félix de Azúa sobre Ada Colau -y aún más su decepcionante empecinamiento- no me cabe en la cabeza que tanta gente (¡casi 100.000 en las últimas 24 horas!) las considere motivo suficiente para solicitar su dimisión de la Real Academia Española.

No conozco sus novelas ni su poesía, pero todos sus ensayos me parecen dignos de ser leídos y, aunque sólo hubiese escrito el genial «Diccionario de las Artes«, su vida como estudioso y agudo observador de la realidad artística ya estaría justificada. De Azúa es un maestro del ensayo y domina como pocos la lengua española. Esos son los méritos que le llevaron a ocupar un sillón en la institución y, que yo sepa, ninguno de ellos ha desaparecido a raíz de sus últimas entrevistas.

Ni comulgo con sus ideas políticas ni con ese afán provocador que siempre le ha caracterizado (una ya lejana recopilación de artículos se titulaba «Salidas de Tono«), pero prefiero aguantar exabruptos ocasionales que renunciar a leer opiniones originales que con frecuencia enriquecen mi visión sobre algún tema y me inducen a cuestionar el discurso dominante (como, por cierto, ya ocurría en sus inolvidables clases de Estética en la Escuela de Arquitectura de Barcelona).

Podría haberme indignado que en su entrevista me incluya indirectamente en el grupo de los que fueron a votar borrachos y simplemente lo considero una meada fuera de tiesto que no me impide disfrutar de su prosa e ideas. Lo que de verdad me molesta es la frivolidad con la que tantos utilizan la palabra «facha» porque, si bien decir de la alcaldesa de Barcelona que «debería estar sirviendo en un puesto de pescado» es clasista, (posiblemente) machista y más propio de una discusión de taberna que del discurso articulado que se espera de alguien con educación; acusar de fascista a alguien por pensar diferente es propio de gente de vocabulario limitado y mente totalitaria. Cuando realmente necesitemos este calificativo, estará tan gastado por el abuso que será inutilizable.

Por último, me parece infantil pretender que los creadores deban además ser buenas personas, y tener una moral y unas opiniones limpias, puras y coincidentes con las del lector o espectador. Si esa idea se llevase al extremo, nuestras bibliotecas, pinacotecas, discotecas y filmotecas quedarían diezmadas tras los mochazos recibidos de izquierda y derecha.

15 comentarios en “De Azúa, Colau y la RAE

  1. Eu non o teño claro. Este señor usa en certo modo a visibilidade que ten para facer un comentario impresentable, non creo que se lle dera a mitade de titulares se non fose membro da Rae. Se un membro da academia de historia usa o seu cargo para xustificar e dulcificar o rexime de Franco (como creo que xa ocurriu e con similar reacción pública), acaso non está xustificado pedirlle que se esas son as ideas que quere transmitir, o faga representando exclusivamente a sua opinión e non a da academia!?
    Xa sabemos que os artistas e intelectuais non son todos belas persoas de moral intachable, faltaría máis, pero cando representan a unha academia, un goberno, un claustro dunha universidade, un colectivo de veciños, unha organización ecoloxista, sindicatos, etc, creo que ten sentido pedirlles que midan as suas palabras pola resonancia que adquiren.
    Opinas o mesmo do profesor de Universidade que se queixa dos escotes das estudantes en primeira fila en Compostela? Tamén ahí vale a liberdade de cátedra?
    Cos individuos, liberdade total (incluidos os nazis que publican Mi Lucha, eu nin prohibiría a súa publicación) pero con aqueles que reprsentan a colectivos aos que se lles supón algunha superioridade moral, intelectual, tecnica (os representantes dos empresarios que periodicamente defenden que eles non contratarían a mulleres porque logo quedan embarazadas), e ademais se subvencionan cos cartos de todos, paréceme razonable ser esixente cas ideas que de forma tan irresponsable proclaman.
    Pero non o teño claro.

  2. Alexo,
    Non creo que ninguén pense que De Azúa expresa unha opinión institucional. Só se representa a si mesmo (e está na RAE para velar pola lingua e non pola correción política). Ademais, as ideas de De Azua (que Colau é incompetente para o cargo) parecen-me lexítimas ainda que non as comparta; é o tono tabernário o que considero impropio de alguén mínimamente educado. No caso da academia de historia, se mal non recordo, as a-científicas opinións dos académicos sobre figuras históricas acabaron nun dicionário oficial/institucional polo que non me parece comparabel. Descoñezo o caso do profesor compostelán.
    Grazas por comentar polo miudo!

  3. no es que esté de acuerdo contigo ni con la otra opción, pero desde luego una personalidad pública ya por serlo, debe mantenerse en su lugar, desde la palabra al gesto, cosa que no hace ya casi nadie, y en este caso, Azúa además es representante del uso del lenguaje y de nuestra lengua y de sus modos y formas, con más razón, esa forma de hablar grosera que la guarde para una tertulia entre amigos. Es muy reprochable, al igual que lo es el que por ser un nombre público se permita decir lo que se le antoje y lo tengamos que aguantar, mientras el ciudadano de a pie posiblemente acabe pagando una multa. No le exime la mala educación por ser fulano de tal. Si recurres al insulto para expresar una opinión, poco representante de la lengua y poco diccionario le vale. ¿comenzamos todos a hablar así? ¿aceptamos el uso chavacano del lenguaje y el insulto en nuestro ámbito profesional, público, incluso amistoso? por dignidad, se le debería caer la cara de vergüenza. Además es machista y clasista, como tu dices.
    y lo de facha y fascismo, estoy de acuerdo, ya no sabemos ni qué significa, y cierto, se ha convertido en un vocablo fácil para expresar de una manera evidente la intolerancia.

  4. Tampouco monica oriol daba unha opinion institucional cando decia que entendía que non se contratara a mulleres frente a homes porque se embarazaban. Pero falaba como presidenta do circulo de empresarios nunha roda de prensa. Non che parece para pedir dimisión?
    Ninguén pide dimisión a Jimenez Lsantos, nen Salvador Sostres ou H. terstch cando escreben auténticas animaladas de calbre similar, pero home, un señor académico…
    As ideas de Azúa sobre Colau son lexítimas por suposto, pero horrendas, todo o respeto pola súa obra e enorme intelixencia, pero tamén rechazo polas declaracións fora de tono. É certo que o da academia de historia é lixeiramente diferente.
    Tampouco quero polemizar, chíflame o 99 por cento do teu post, pero teño dúbidas razonables sobre o tema.

  5. Gracias por comentar, Mónica. Creo que dejo claro en el texto lo que me disgusta su forma de expresar sus opiniones. Únicamente rechazo que eso signifique que sea «facha», que suponga desacreditar su valiosa obra o que implique que deba dejar su cargo (que,por cierto, creo que ni siquiera es remunerado).

  6. Claro que no se trata de juzgar y sentenciar a Azua por uno de sus exabruptos, no se pide de imposibilitarle a seguir creando textos que nos iluminen. El Diccionario de las Artes, que me recomendaste, guió parte de mi tesis. Pero a mi entender, respecto a una institución que estoy pagando opino que puede haber ciudadanos mas cualificados para guiar la evolución de la lengua. Recuerda que por personas como esta surgieron los problemas con la última actualización. La cual tenia contradicciones etimológicas por sus «exabruptos».

  7. Ángel,
    Lamento disentir pero, por mucho que me disgusten sus recientes declaraciones y pese a no compartir la mayor parte de su ideología política, creo que hay pocos «ciudadanos más cualificados para guiar la evolución de la lengua».
    Saludos!

  8. Bravo Iago. Buen análisis, bien escrito. En mi modesta opinión, a veces los egos subidos de tono dan como resultado artículos así. Siempre he seguido a Azúa con interés y curiosidad, me parece una de las mejores cabezas pensantes que tenemos. Ahora bien, el comentario fue clasista y machista y nada afortunado; él puede hacerlo mucho mejor. Si él hubiera estado más callado en los últimos tiempos vividos en Cataluña, tendría ahora menos enemigos y menos críticas.
    Mi conclusión por tanto: mucho ego, mucho escribir verdades que tachan de españolistas los que no quieren oírlas o no se atreven a verbalizarlas y en el artículo que nos ocupa, «mucha mala uva». Existe libertad de prensa, no? Pues eso.
    No cambies querido Iago!

  9. No hace falta decir que admiro a Félix, le sigo, le leo desde hace décadas, siempre que puedo voy a sus conferencias y cuando he estado hablando con él siempre he salido muy satisfecho del encuentro porque es muy agudo, certero y adoba con humor sus comentarios. Creo que las palabras de la discordia son inapropiadas y reflejan esa ligereza con la que, a veces, muchos intelectuales ocupan espacios públicos de comunicación (entrevistas, artículos, columnas…). Savater es el campeón de esto que señalo y supera a Félix con creces.

  10. En el discurso de Azúa y en las glosas de Vargas Llosa eché en falta la afición que en cierto momento de su carrera mostró Félix por el esperpento «valleinclanesco». Yo tampoco me he interesado mucho por el esperpento (ni por Valle-Inclán/ y lo siento, claro) pero creo que el tema es tan de actualidad que deberíamos pedirle al nuevo académico que nos ilustrara un poco. Si me hace gracia todo este asunto es porque ante mis típicos exabruptos de outsider, Félix no ha dejado de recriminarme o de conminarme cariñosamente durante muchos años a que me moderase y a que aspirásemos a ser más europeos. Pero creo que lo del esperpento lo llevamos en la sangre y nos sale con tanta naturalidad española que lo que me resulta chocante es que haya tanto moderado en este país pidiendo (esperpénticamente, claro) que no seamos esperpénticos. Ah! y… votando a opciones políticas esperpénticas, que de eso iba el asunto.

  11. Gracias por comentar, Juan. Pese a ser uno de esos moderados que han votado por una marea(nte) confluencia atlántica (que intuyo consideras una «opción política esperpéntica») he intentado en este texto reducir la crispación en este esperpento en el que un académico usa descalificaciones tabernarias, la prensa «libre» lucha contra la libertad de expresión y un cargo electo ve necesario mostrar su expediente académico y hacerse fotos en un mercado para responder a unas críticas a las que así da más validez y repercusión.

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