Me pregunto por qué y desde cuándo existe esa fascinación por las gárgolas, esas representaciones de bocas echando agua: la antigüedad está llena de ellas, y no digamos el románico, el gótico, el renacimiento o el barroco. ¿Por qué los caballos de la plaza de las Platerías de Santiago echan agua precisamente por la boca? Lo de Taxco que nos presentas, ¿es un motivo importado o tiene raíces mexicas?¿Es un préstamo cultural, una creación independiente, o un símbolo universal?
Sigue ilustrándonos por favor con tus epifanías mexicanas.
J.
Gracias por comentar, Javier. Por aventurar una teoría rápida (y temeraria), diría que el instinto de ornamentar el caño o desagüe es algo que surge con naturalidad en cualquier artesano que se precie de su trabajo y quiera lucir su virtuosismo; y que recurrir a figuras inspiradas en humanos y animales es también algo natural e inmediato. Luego ya lo de optar por la boca y no por otros orificios para expulsar el agua es una cuestión de pudor para evitar cursilerías tipo Manneken Pis y chabacanerías como la de esta otra gárgola del Hostal de los Reyes Católicos de Santiago: http://www.cookingideas.es/imagenes/2013/12/gargolaculo.jpg?6f1304
….eso desde le punto de vista de por qué se crean. Respecto a por qué nos siguen fascinando, sospecho que es un poco por lo mismo. Por mucho que la modernidad haya intentado que odiemos el ornamento y lo figurativo, el ser humano tiende a apreciar las creaciones con detalle, textura (y que cuentan una historia).
Me pregunto por qué y desde cuándo existe esa fascinación por las gárgolas, esas representaciones de bocas echando agua: la antigüedad está llena de ellas, y no digamos el románico, el gótico, el renacimiento o el barroco. ¿Por qué los caballos de la plaza de las Platerías de Santiago echan agua precisamente por la boca? Lo de Taxco que nos presentas, ¿es un motivo importado o tiene raíces mexicas?¿Es un préstamo cultural, una creación independiente, o un símbolo universal?
Sigue ilustrándonos por favor con tus epifanías mexicanas.
J.
Gracias por comentar, Javier. Por aventurar una teoría rápida (y temeraria), diría que el instinto de ornamentar el caño o desagüe es algo que surge con naturalidad en cualquier artesano que se precie de su trabajo y quiera lucir su virtuosismo; y que recurrir a figuras inspiradas en humanos y animales es también algo natural e inmediato. Luego ya lo de optar por la boca y no por otros orificios para expulsar el agua es una cuestión de pudor para evitar cursilerías tipo Manneken Pis y chabacanerías como la de esta otra gárgola del Hostal de los Reyes Católicos de Santiago:
http://www.cookingideas.es/imagenes/2013/12/gargolaculo.jpg?6f1304
….eso desde le punto de vista de por qué se crean. Respecto a por qué nos siguen fascinando, sospecho que es un poco por lo mismo. Por mucho que la modernidad haya intentado que odiemos el ornamento y lo figurativo, el ser humano tiende a apreciar las creaciones con detalle, textura (y que cuentan una historia).