Siempre me han gustado las librerías de viejo y las tiendas de discos de segunda mano, su olor, y su promesa de raros especímenes floreciendo en vertederos de papel y plástico. Emigré ligero de equipaje e intenté adaptarme al e-book y al i-pod evitando durante meses estos antros de perdición, pero la llamada del polvo es fuerte y tímidamente empecé a asomarme a algunas librerías con las que me iba tropezando en los paseos por la ciudad y a encontrar maravillas (algunas de las cuales ya he comentado aquí, aquí o aquí).
Pegado al mostrador de una de ellas me llamó la atención este práctico mapa del tesoro que me permitirá explorarlas un poco más sistemáticamente y que comparto por si a alguien más le resulta útil (ojalá la iniciativa se extendiese a otras grandes ciudades).
bailar sobre arquitectura 
Muy interesante, Yago. Cuando vayas a Tokio no dejes de visitar Jimbocho, «el barrio de los libros viejos» que está (creo recordar) cerca de la vieja estación, . Es impresionante: varias calles dedicadas solo a libros y comics y no solo en japonés, sino también en lenguas accesibles. No conozco nada igual en ninguna otra ciudad del mundo. Eso solo justifica quizá el viaje.
Gracias, Javier. Me encantaría conocer Japón y, si algún día tengo ocasión, desde luego que seguiré tu recomendación y me acercaré a Jimbocho.
En qué buen sitio vives para irte de polvos.
Si venís a Buenos Aires, tenes la zona de Callao y Corrientes. Las disquerías ya se van desintegrando, pero quedan muchísimas librerías con unas mesas de saldos increibles!
Ángeles: ¿me lo dices por experiencia?
Tony: Estuve hace unos años en Buenos Aires (que me encantó) y recuerdo varias disquerías y librerías muy interesantes. Ojalá pueda volver pronto por ahí.
Cuando uno ama los libros, Iago, se enamora también del polvo que los envuelve.
«… serán ceniza, mas tendrá sentido; Polvo serán, mas polvo enamorado». Quevedo.