Algunos artistas aparecen, nos deslumbran con su talento y se esfuman para siempre dejándonos con la duda de cuantas maravillas podían haber creado . Gordon Drake irrumpió en la escena arquitectónica en 1946, a los 29 años, con una casa inolvidable -su propia casa- que con una dimensión reducidísima -una sola habitación, un baño, una pequeña cocina y una estancia- lograba una sensación de amplitud y una riqueza espacial propia de una vivienda de lujo.
Una construcción muy económica (menos de 5.000 dólares de la época) cuyo pequeño interior se expandía al abrirse totalmente a un patio arbolado parcialmente excavado en la colina y que evocaba a la perfección una vida relajada y centrada en las cosas realmente valiosas. Un ideal de ese lugar en el mundo al que todos aspiramos.
Desgraciadamente, tras media docena de pequeños proyectos, Drake murió en un accidente de ski a los 35 años. En su cartera encontraron la transcripción de su puño y letra de este maravilloso poema de John Donne al que ahora sé que debemos dos frases imperecederas (“¿Por quién doblan las campanas?” y “Ningún hombre es una isla”) y que refleja el profundo humanismo que guiaba su arquitectura:
No man is an island,
Entire of itself,
Every man is a piece of the continent,
A part of the main.
If a clod be washed away by the sea,
Europe is the less.
As well as if a promontory were.
As well as if a manor of thy friend’s
Or of thine own were:
Any man’s death diminishes me,
Because I am involved in mankind,
And therefore never send to know for whom the bell tolls;
It tolls for thee.
Nota: La información sale del excelente libro «California Houses of Gordon Drake«
Traducción del poema:
Ningún hombre es una isla, completo en sí mismo.
Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo.
Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia.
Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido a toda la humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti.
Gracias Iago.No conocía Drake, pero si hizo esa casa y leía a John Donne….
Pues a mí Donne me sonaba vagamente de oídas pero -pese a no ser aficionado a la poesía- me ha impactado este poema. Habrá que leerlo…
Muchas gracias por la entrada Iago. Siempre es un placer leerte. Un saludo desde Gran canaria
Muchas gracias a ti por seguir el blog. Saludos!