De camino a una entrevista de trabajo en la periferia le comenté al taxista que, de tener éxito, preferiría moverme en metro para no fundirme el sueldo en las gravosas carreras propias de su gremio, pero que me aterraban las asfixiantes aglomeraciones de la hora “pico”. Me tranquilizó con un concepto que entonces me sonó sorprendentemente científico pero que ahora sé que forma parte del vocabulario común chilango:
– No se preocupe. Al ir “contraflujo” no hay «pedo».
Resulta que la gente se desplaza de la periferia al centro a trabajar por la mañana y regresa a sus casas a dormir por la tarde insuflando a la ciudad un caudalosísimo movimiento de sístole y diástole. Y aunque en tantas ocasiones convenga dejarse llevar por la ola –como cuando los ciclistas chupan rueda o se agrupan en pelotón-, en una ciudad de este calibre nadar contracorriente puede mejorar sustancialmente tu calidad de vida: excepto en el tramo en que coincido con el movimiento centrífugo hacia la UNAM de los estudiantes más madrugadores, suelo viajar cómodamente sentado.
xenial! Sabiduría popular en vea. Tomo boa nota da expresión, que seguro que vai ter muitas aplicacións!
con lo de concepto científico a qué te referías? el pedo o el contraflujo?
Al flujo, al reflujo, al contraflujo y ¿por qué no? a la flatulencia
De acuerdo, aunque últimamente esos flujos comienzan a ser menos identificables, ya todas horas son horas pico y el contraflujo empieza a convertirse en flujo también.
Somos muchos.
Gracias por comentar, Diana. Tienes toda la razón…A los pocos días de escribir el texto, volvieron los estudiantes a la UNAM (no sabía que estaban de vacaciones) y pensé que iba a morir aplastado. He tenido que buscar otra ruta más larga pero menos transitada…