
En estas fechas amargas de vuelta al cole y al curre, me ha animado encontrar este mensaje garabateado por el maestro Juan Cipriano en el cemento de una vulgar rampa de garaje que nos recuerda que el trabajo -por modesto que sea- puede ser algo digno de celebración y no únicamente una maldición bíblica.
Adorable!
Xenial!
Me recuerda a la inscripción en latín más antigua que se conoce, llamada «fíbula prenestina», que está escrita todavía de derecha a izquierda y que dice «Manio me hizo para Numerio». ¡Qué grande Juan Cipriano, el Manio de la rampa mexicana!
Muchas gracias por la aportación, Javier (nunca dejarás de sorprenderme).
Magnífico «pensamiento encontrado».
Gracias, Luis. Esta ciudad es una mina….