Souvenirs

A los primeros que vi hacerlo fue a los japoneses (aunque “Si hoy es Martes, esto es Bélgica” apunta a precedentes norteamericanos). Las vacaciones estaban tan comprimidas que disponían de una semana escasa para ver toda Europa.

Escindidos entre la imposibilidad de asimilar semejante caudal de información y el deseo de amortizar el viaje, optaban por fotografiarlo y/o grabarlo en video para, teóricamente, paladearlo a la vuelta; y en la práctica, someter a traición a los amigos a interminables y tediosas proyecciones tras la cena.

En un primer momento, debido al prohibitivo precio de la tecnología (revelar salía por un pico), el documento gráfico se limitaba a una foto de grupo ante cada monumento para demostrar que se había estado allí. Se seleccionaban las mejores, y se pegaban cuidadosamente en un álbum.

De repente, el advenimiento de lo digital, y el consiguiente abaratamiento de la tecnología, permitió documentar exhaustivamente la totalidad del viaje. Terabytes de fotos y videos a los que nunca se accedía acababan perdidos en los discos duros o en tarjetas de memoria de creciente capacidad.

Y ahora, no hacen falta ni cámaras. Basta el teléfono. Ni memoria física, está la nube. Se dispara, se comparte, y se va llenando el hiperespacio de eso que antes quedaba en la intimidad del hogar.

“Souvenirs”, la divertidísima exposición del gran fotógrafo Martin Parr en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, trata estos y otros temas relacionados con el turismo de masas y el coleccionismo, tanto de imágenes, como de souvenirs y otros subproductos. Funciona por acumulación:

Una colección de autorretratos tomados durante 20 años en esos decorados de cartón en los que al sacar la cabeza por un agujero apareces en un escenario surreal (la boca de un tiburón, entrenando kárate con Putin, de gondolero…), una muestra de su espeluznante colección de postales turísticas, la vivienda del coleccionista compulsivo Juanjo Fuentes (para mí lo menos interesante y traído un poco por los pelos), otra muestra de su colección de souvenirs relacionados con Sadam, Osama o Margaret Thatcher, o una selección de fotos en playas (desde las artificiales de un mall japonés hasta Benidorm).
Todo en surrealista tecnicolor pero real como la vida misma.

NOTA 1:

No puedo resistirme a poner una pequeña banda sonora, el “Souvenirs, souvenirs” de Johnny Halliday:

NOTA 2:

Para los de Barcelona, los domingos es gratis, y el resto de días si llevas un souvenir lo suficientemente hortera, también.

Para los de fuera, un breve video para que os hagáis la idea:

http://www.youtube.com/watch?v=MzQCDtxQnn4

7 comentarios en “Souvenirs

  1. Iago cada vez somos más fans… serás capaz de seguir superándote??
    Insistimos en una visitaaaa

  2. Encantoume a exposición e o post pero levo toda a mañá canturreando a canción, no me la puc treure del cap!!!!!!!!! Souvenirs, souvenirs la la la la…… Moi ben escollida.

  3. Ya era hora de que las artes menores, o incluso mínimas o ínfimas, entren en los museos para asombro y deleite de los parroquianos.
    El pobre souvenir ha estado siempre condenado a vivir en tienduchas y chiringos en los aledaños de los contenedores del arte y de los monumentos.
    Muchos de esos recuerdos de «oro de ley» se fabrican en China y, cuenta la leyenda, que con tanto pedido a veces se etiquetan figuritas en forma de Sagrada Familia como «recuerdo de Sevilla», incluso hay quién habla de tartas de Santiago con la silueta de torre Eiffel dibujada en azúcar glass.

  4. Sabias palabras, Lenguas…aunque me parece que, a veces, escaparates como el de Docobo en la rua do Vilar puedan superar en abigarramiento y poder evocador a colecciones de artista

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