La habitación exterior

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El espacio exterior privado en las fachadas de los conjunto de vivienda colectiva puede adoptar una sorprendente variedad de formas y permitir diversos usos dependiendo de su dimensión y de su relación con el espacio público. Desde el más modesto balcón de dos palmos de ancho en el que sólo caben una o dos macetas y en el que la actividad típica es salir a fumar y asomarse a ver pasar la vida urbana, a los que permiten sentarse -aunque sea en un alfeizar o un diminuto taburete-, sacar una pequeña mesita para un café o una cerveza para una o dos personas, a los que superan los «6 pies de ancho»* y ya permiten comer «a la fresca» a toda la familia  y, por último, a ese espacio soñado que llamamos la habitación exterior.

La habitación exterior es exactamente eso: un espacio cerrado por sus cuatro lados pero abierto al cielo y al sol, que encontramos a veces en forma de patio integrado en una vivienda unifamiliar, o como diminuto jardín doméstico. Fue el gran hedonista Bernard Rudofsky quien acuñó por primera vez este concepto (en el capítulo «The Conditioned Outdoor Room» de su genial «Behind the Picture Window«) y, al analizar cómo las grandes vidrieras de la casa moderna habían reducido los jardines para vivir en jardines para contemplar, reivindicó la importancia de tener un espacio exterior acotado e íntimo en el que poder «trabajar, dormir, cocinar, comer, jugar y holgazanear»**.

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Además de los incontables ejemplos de la antigüedad y la arquitectura vernácula -sobre todo mediterránea-, el propio Rudofsky construyó con Constantino Nivola un solarium-habitación exterior para la casa de este último en los Hamptons; pero no fue hasta hace un par de días –gracias al blog HicArquitectura–  que encontré un ejemplo de habitación exterior en un bloque de vivienda colectiva que no estuviese en la azotea o en contacto con el terreno.

Montpellier

Por ponerle una pega, para ser una auténtica habitación exterior, la intimidad es fundamental y esta foto en picado demuestra que los usuarios están muy expuestos a las miradas de los vecinos. Pero es una idea sugerente que ojalá fertilice.

Notas:

*Christopher Alexander sostiene en su «Lenguaje de Patrones» que las terrazas o blacones únicamente se utilizan a fondo cuando superan el 1.80 metros

**Alexander también incorporó este concepto tomado de Rudofsky -«Habitación Exerior»- como patrón 163.

3 comentarios en “La habitación exterior

  1. Lo de «patio interior integrado» ¿no recuerda a la antigua casa griega y no digamos romana que ha heredado la casa andaluza tradicional? El clima debe tener algo que ver al respecto, ¿no crees?

  2. Claro. Rudofsy habla en su capítulo de las casas romanas y otros ejemplos mediterráneos y no pretende inventar nada sino, como siempre, recordarnos «el arte perdido de vivir», y reivindicar esos logros que tardamos miles de años en desarrollar que sacrificamos en el altar del progreso y la modernidad (de revista) sin pararnos a reflexionar.
    Y el clima, evidentemente, también tiene mucho que ver, pero incluso en climas no tan benignos -como NY- puede ser buena idea atrapar el sol y protegerse del viento (y las miradas).

  3. Claro, yo también pensé en el patio andalusí, por ende el romano, la siempre necesaria vista del cielo para serenar el alma de la habitabilidad. Suprimir ese espacio exterior privado es convertir en cárcel tu madriguera.

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